Page 294 - Revista0
P. 294

plo, cómo un hábil cuentista reduce a una sola línea un ex­                                                             escenario teatral al uso. Creo que una de las primeras perso­

         tenso espacio temporal: “Era un gallo capón que le echaron                                                              nas que utiliza la palabra “imaginario” para referirse al con­

         —no le quería ninguna gallina— y se fue por ahí, por los                                                                junto de conocimientos intelectuales o gráficos que, en for­

         mundos de Dios, y llega a un molino y había un gallinero”                                                               ma de magma simbólico, sirven de motor al ser humano, es

         (Díaz 57). En una sola frase el narrador explica la carencia y                                                          Cornelius Castoriadis. El término usado por el filósofo fran­

         problema consiguiente del protagonista, su necesidad de sa­                                                             cés nacido en Estambul se adecúa muy bien a lo que he tra­

         lir del entorno en que vive, la peripecia por diferentes luga­                                                          tado de trazar en este apresurado recorrido. Detrás de los es­


         res y la llegada al molino (la narradora era hija de molinero)                                                          pacios en que se desarrollan las acciones de los cuentos hay

         donde vuelve a encontrarse el capón con su medio natural,                                                               todo un conjunto de saberes que les dieron origen y que con­

         con su ámbito propio, con su espacio físico después de haber                                                            tribuyeron a retratar y perfilar las expresiones de sus prota­

         recorrido un espacio temporal.                                                                                          gonistas, sus posturas, su carácter: es toda esa iconografía an­

                Como parte integrante de la naturaleza y más o menos                                                             tigua, esos relatos pretéritos, aquellas leyendas asombrosas

         cercanos al entorno del individuo, los animales son a veces                                                             que alimentaron las miradas y las mentes de miles y miles de

         compañeros y a veces adversarios con los que aquél debe                                                                 personas y que alentaron su fantasía durante siglos. Ese ima­


         convivir o a los que debe respetar por miedo o por sentido                                                              ginario, construido en un lenguaje comparti do y compren­

         común. Desde los más antiguos relatos hay un interés por                                                                dido, ha arrastrado consigo personajes, anécdotas, oracio­

         demostrar que los animales son inferiores al hombre pero,                                                               nes, canciones, usos convertidos en costumbre y toda clase

         al mismo tiempo, aparecen aquí y allá vestigios de cuentos                                                              de elementos con los que se ha ido edificando el recuerdo y

         y leyendas  en los que  las  metamorfosis  ofrecen  un curio­                                                           la mentalidad. Castoriadis decía, atreviéndose a contradecir

         so campo de observación, pues en ellos el hombre se trans­                                                              a Aristóteles, que lo que la sociedad busca y necesita no es

         forma en animal con tanta asiduidad como el lobo o el oso                                                               la sabiduría sino la creencia. Es decir, no los conocimientos

         hablan y actúan al estilo de los seres humanos, conviviendo                                                             científicos y pretendidamente reales sino la certeza personal

         todos en un mismo espacio del mismo modo que el bien y                                                                  de lo creíble. Es lo inmaterial, el patrimonio no tangible que


         el mal, la hermana buena y la hermanastra, la madre que vie­                                                            reside en nuestra memoria y que regresa en forma de espacio,

         ne a recupe rar la asadura desde el más allá y el asustado hijo,                                                        de gesto, de expresión o de imagen.

         comparten el mismo medio y se relacionan en él.

                Escribía el filósofo alemán Gadamer: “En el momento

         en que la tradición vuelve a hablar emerge algo que es des­

         de entonces y que antes no era” (2: 168). La construcción

         creativa de los espacios en que el argumento de los cuentos


         se desarrolla tiene más que ver con el imaginario que con un






      294                                                                                                                                                                                                                             295
                Revist a   de   alces   XXI                                                                                                                                                       Número  0 , 2012
   289   290   291   292   293   294   295   296   297   298   299