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de derribo se diera así por terminado. Durante esos más de to de Barcelona y éste, desde su posición como empresa de
dos años, con una sola cámara y sin otra financiación que la titularidad estatal, acordó abonar 6 millones de euros a la
suya propia, en un respetuoso silencio y fieles al principio administración local casi tres décadas más tarde con el pro-
de no intervención, ambos directores se convirtieron en tes- pósito de seguir expandiendo sus dependencias hacia el sur
tigos cotidianos de la destrucción del barrio, así como del de la ciudad. La construcción de un aparcamiento y de un
impacto de su desaparición en los que ellos consideraban almacén para mejorar tanto el acceso al puerto como el trá-
ser los protagonistas indiscutibles de este particular evento: fico de mercancías sentenciaban, en el celebérrimo 1992,
los vecinos en su mayoría romaníes de Can Tunis que, hasta el punto y final del barrio; una decisión que se suscribía en
los últimos meses de vida en el barrio y desde que llegaran a aquel año olímpico en el que también se firmaba el Tratado
él dos décadas antes, no cesaron de exigir públicamente su de Maastricht, acontecimientos ambos que celebraban la
derecho a una vivienda digna. ilusión de vivir en un mundo intercultural y sin fronteras,
Asentados en el barrio temporalmente a la espera de una bajo la excusa de sanear un lugar como Can Tunis. Oportu-
solución permanente a su precaria situación habitacional, namente incomunicado de una ciudad a la que solo le unía
y después de haber sido desalojados de diferentes zonas de una línea de autobús y delimitado tanto por una vía rápida
una ciudad en constante proceso de remodelación, los úl- como por las vías de ferrocarril del puerto, el barrio no ha-
timos vecinos de Can Tunis se convirtieron en 1979 en los bía tardado en sucumbir al olvido de las promesas institu-
nuevos residentes de un proyecto diseñado específicamen- cionales y en pasar a ser popularmente reconocido, gracias
te para población romaní bajo el significativo nombre de al siempre productivo ejercicio de derivar culpas para encu-
Can Tunis Nou, en catalán, y Avillar Chavorrós, “venid ni- brir el olvido intencionado de responsabilidades, como el
ños”, en caló. “Nou” porque del Can Tunis anterior ya se “mercado de la droga” de Barcelona.
había trasladado a los por entonces habitantes no romaníes En este ensayo se analiza el modo en el que Can Tunis
del barrio a los polígonos de Sant Boi (1968) y de La Mina (2007) vaticina, en los años previos a la explosión de la bur-
(1979), y “Avillar Chavorrós” porque el papel de sus nuevos buja inmobiliaria en 2008, y desde un lugar en el que la
ocupantes, además del de representantes de una minoría ra- mayoría de sus habitantes representa a la minoría racial más
cializada, no podía ser otro que el de pasar a depender, como numerosa del país y de Europa, el agotamiento de un mun-
avisaba este apelativo tan conciliador en tiempos pre-demo- do escenificado jerárquicamente, parafraseando a Jean Bau-
cráticos como cargado de rastros paternalistas heredados del drillard en Cultura y simulacro (1975), mostrando cómo el
franquismo, de unas instituciones públicas que se negaban concepto de raza irrumpe en la narrativa cotidiana, en pa-
a dar por deshabitado el previsiblemente fructífero suelo del labras ahora de David Eng en “The End(s) of Race” (1486),
barrio. En 1966 se había iniciado la ampliación del puer- para cuestionar los ideales modernos tanto de desarrollo
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Revist a de al ce s XXI Número 6 , 2024