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periodo donde la vulva se hincha y te corres en tres segun-  una serpiente y a parir con dolor. Con razón señala Rosa-

 dos con un solo roce” (Maternidades 18).   rio Hernández Catalán en la introducción a Maternidades,

 El embarazo y la maternidad no son lo opuesto al placer   en su crítica al parto medicalizado en un ambiente hospi-


 sexual, como la tradición sexista lo quiere. Todo lo involu-  talario, que una de “las más grandes proezas del Patrix (Pa-

 crado por la maternidad viene ligado a lo placentero; no se-  triarcado y Matrix) [es] haber convertido nuestros coños en

 ría más que otro aspecto distinto de una misma dimensión   máquinas de generar dolor y además sufrimiento, que es

 sexual femenina: “parir, follar, correrse, amamantar, nacer,   dolor con añadido psíquico” (Maternidades 9) De hecho,

 chuparla, chuparse, ser chupado en el coño, en las tetas, en   las entrevistas contenidas en Maternidades subversivas se de-


 la polla, donde sea, pero con placer. Entrar en el útero, su-  dican a desbrozar los posibles caminos de una maternidad

 mergirse en él” (Postporno 119). Ello es así porque “el orgas-  —desde el embarazo hasta la crianza de los críes— ajena

 mo es una preparación al parto, un entrenamiento para que   a esa maldición bíblica y patriarcal. Esa maldición divina

 los músculos de este órgano se mantengan sanos y flexibles.   condenó a la maternidad a circular por la estrecha senda de


 Para poder parir de manera placentera, la mujer debe tomar-  la madre-virgen dolorosa, cuyo sufrimiento insondable es

 se el parto como un gran orgasmo” (Postporno 117). Siguien-  prueba de santidad y de ausencia de placer sexual. No obs-

 do a la autora, el parto será más llevadero si en lugar de en-  tante, la maternidad no es únicamente un proceso biológi-

 tenderlo solo como dolor, se lo sitúa en una continuidad de   co (Maternidades 19), pues involucra dimensiones emocio-


 experiencias que comienza con el disfrute corporal. Un parto   nales y afectivas más allá de las meramente invocadas en la

 menos doloroso comenzaría con el entrenamiento del orgas-  relación madre-hije, tan querida por el patriarca para asegu-

 mo y sus contracciones, con el ejercicio activo de los múscu-  rarse su “paternidad”. En cada una de las entrevistas de este

 los del útero. El corolario no se hace esperar: “quiero pensar   texto se “subvierte la concepción de la maternidad impues-


 que hubo un tiempo en el que siempre parimos con placer,   ta desde el sistema patriarcal. Cada una es salvaje y bestial a

 antes que la maldición bíblica (y patriarcal) cayera sobre no-  su manera”, es decir, se deja guiar por el instinto, sin mie-

 sotras” (Maternidades 25). Es de esperar que no haya que re-  do a explorar e indagar, sin dejarse regular por lo opresivo,

 trotraerse al edén del comienzo de los tiempos para dar con   y siempre conectando la maternidad a lo sagrado y divino


 las claves de ese parto con placer, o al menos sin dolor.   (Maternidades 18), que es otra forma de señalar la sintonía

 Ciertamente, la mayor o menor cantidad de dolor de-  con la naturaleza del cuerpo embarazado.

 penderá de la preparación, según Llopis, orgásmica de cada   A desentrañar estas maternidades subversivas, ciertamen-

 cuerpo ante el parto. Pero el añadido síquico del sufrimien-  te alternativas y lo más alejadas posible de los convencio-


 to se lo debemos por completo al patriarcado y su conde-  nalismos al uso, se dedican las 18 entrevistas contenidas en

 na eterna de cualquier mujer a arrastrarse por el suelo como   el volumen. Estas maternidades hacen referencia a “partos






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 Revist a  de  al ce s XXI                              Número  5 , 2021-2023
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