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de la artista desde su primera incursión en la sexualidad y Piénsese, por ejemplo, en imágenes porno y escenas donde
el cuerpo hasta su último libro sobre el cuidado. Comenza- se involucre a cuerpos de mujeres lesbianas. Estas imágenes
mos con el postporno. generalmente se piensan, construyen y escenifican para el
Admitamos que es casi imposible rastrear en la pornogra- solaz del público masculino y machista.
fía tradicional, machista sin miramientos, la insumisión de El postporno de Llopis no está interesado en ir más allá de
Llopis. Y, sin embargo, en su El postporno era eso (2010) dis- lo pornográfico como lo conocemos sin conculcar violen-
cute formas ciertamente disidentes de lo sexual más allá de tando sus límites conceptuales y sus representaciones. Para
lo recomendado por el matrimonio entre un varón y una la activista, el postporno no trata de ejercicios gimnásticos
hembra con el simple propósito de la reproducción, que no más o menos espectaculares, de mayores o menores violen-
del placer. La pornografía visual al uso va poco más allá del cias, de mayores o menores brutalidades, o del uso de más o
hacer explícito, y sin barreras de pudor, esa misma sexuali- menos cuerpos subalternos para extraer mayores cantidades
dad matrimonial de alcoba, confeccionada a base de tapujos, de excitación. La autora aboga por incorporar lo errático y
malentendidos y desconocimiento del cuerpo. No por nada lo incoherente dentro del modelo porno actual. Quiere des-
para muchos hombres —y también mujeres— la pornogra- estabilizarlo, desnaturalizarlo, destruirlo como modelo úni-
fía es la única escuela del hacer sexual, centrada únicamen- co de sexualidad. Su investigación postpornográfica no que-
te en penetraciones de los orificios corporales y en un placer dará reducida a una mera novedad sin recorrido político o
en exclusiva genital. Su hacer explícito la mecánica sexual, su sexual crítico, como si de otra apariencia más de insumisión
obsesión por viviseccionar los cuerpos y sus recovecos, o su se tratara. Como diría la autora:
obcecación por conseguir la máxima visibilidad en sus imá-
genes, no debe conducir a engaño. Si se añadiera a las imáge- El postporno es la cristalización de las luchas gays y lesbianas de
nes porno un velo de recato —llámesele moral o mojigato, las últimas décadas, del movimiento queer, de la reivindicación
o incluso saludablemente médico— se obtendría el modelo de la prostitución dentro del feminismo, del postfeminismo y
sexual matrimonial y patriarcal hegemónico hoy en día. de todos los feminismos políticos transgresores, de la cultura
Lo que se viene diciendo es aplicable por igual, si nos punk anticapitalista y DIY (hazlo tú misma) [. . .] El postporno
centramos en las imágenes pornográficas, a las escenas en- es una reflexión crítica sobre el discurso pornográfico” (El post-
porno 38).
tre grupos de personas no heteronormativas como puedan
ser lesbianas, homosexuales o personas trans. El modelo se-
xista es similar. María Llopis no está interesada en buscar El postporno de Llopis apunta en al menos dos direccio-
por aquí la insumisión sexual, porque no se filman esce- nes. Por un lado, incorpora las luchas de personas no nor-
nas con estas personas para alumbrar modelos alternativos. mativas a una conceptualización de lo sexual más allá del
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Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023