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crisis financiera de 2008 en torno a la cual gira la exitosa se- lero seductor”. El espectador que fielmente ha consumi-
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rie televisiva. Si bien el “declive de una sociedad gastada por do la “narrativa transmedia” de LQSA durante los últimos
la historia” permite múltiples interpretaciones, bastaría con quince años (Guimoye Martín 5) reconocerá, también, que
reflexionar sobre una reciente historia nacional que, defini- la comedia de situación de Telecinco es “una obra maestra”
tivamente, ha dejado una honda mella en la conciencia de de la televisión que ha logrado con mucho éxito convertir
los españoles. La pérdida de las últimas colonias de ultra- las “tragedias” de sus personajes en episodios “cómicos” con
mar y la guerra hispano-americana a finales del siglo XIX, los que el espectador ha conseguido evadirse momentánea-
la Guerra Civil entre 1936 y 1939, la dictadura franquis- mente de una realidad de crisis durante más de una déca-
ta entre 1939 y 1975, el fallido golpe de Estado en 1981 y da. Los creadores de estos “bufones” —los hermanos Laura
una cuestionada transición democrática son solo algunos de y Alberto Caballero y Daniel Deorador— se erigen a modo
los hitos más destacables que, de manera directa o indirec- de “novelistas sociales” que, por medio del humor y de la
ta, aparecen aludidos en la comedia televisiva. Tampoco le parodia, retratan con agudeza crítica la sociedad española
será difícil, al espectador de LQSA, identificar a los persona- actual contraponiendo lo “mítico” con lo más mundano de
jes tipo mencionados en la cita de Pierre Vilar: en el “folla- las “relaciones humanas”.
dor vividor” que es Amador Rivas (Pablo Chiapella) vemos Tal vez decepcione al lector descubrir que la cita que he-
a ese “vividor ocioso”; en el colectivo que habita la aparente mos venido analizando desde el comienzo nada tiene que
comunidad de alto standing de Montepinar, encontramos a ver con LQSA o, al menos, no directamente. La cita proce-
ese “rentista arruinado”; y en el pícaro de playa que es Fer- de del ensayo seminal escrito por Vilar y publicado en la re-
mín Trujillo (Fernando Tejero) o —y me hago aquí eco de vista Europe en 1956 con ocasión de la celebración del 350
Fernando Rodríguez Mansilla— en el “pícaro retirado” que aniversario de la publicación de la primera parte del Quijo-
es Máximo Ángulo (Eduardo Gómez), hayamos al “bando- te. Dedicado a “aquellos … quienes … se atreven a gustar
con plenitud de gozo el denso brebaje de historia que desti-
asuntos de género, diversidad sexual y estereotipos de la mujer (Tatiana
Hidalgo-Marí, Elena Bandrés Goldáraz, y Vanesa Aguades Camacho); 2 El bandolero debe ser entendido aquí, al igual que el pícaro, como
consumo adolescente de las series televisivas y el papel de los inmigran- “íconos de la mitología castellana” (Phillips). Como bien señala Fernan-
tes (Ana Isabel Abad y Cayetano Fernández) y alusiones culturales y jue- do Rodríguez Mansilla, “[e]l personaje del pícaro es un clásico del hu-
gos lingüísticos (Lucía Luque Nadal). Cabe también señalar el trabajo mor hispano …[i]dentificado como un mito nacional” cuya “vigencia
de Almudena Izquierdo Andreu y Álvaro López Fernández en torno a se mantiene y se revitaliza con cada nueva recreación”. Si bien no son
los diferentes niveles de literatura presentes en el capítulo 100 de LQSA sinónimos, tanto el pícaro como el bandolero emergen “de un contexto
—publicación que abre el camino para los estudios sobre la intertextua- social hostil” y pueden decirnos mucho sobre el “contexto social, econó-
lidad literaria presente en la comedia de situación televisiva—. mico y político” de las épocas en las que surgen (Phillips).
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Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023