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cuando interpretamos dicha situación desde la perspectiva   jo para poder dedicarse a sus hijos y, por eso, dice: “Me he

 de Villar, vemos que el dinero puede resolver el problema   metido en la cárcel yo sola. He cometido el error de mi vida

 de “comprar” óvulos y el trabajo doméstico de otra mujer   y no hay marcha atrás” (266). De este modo, con esa re-


 para cumplir sus responsabilidades de ser madre. Para ella,   flexión negativa hacia su propia maternidad, Villar nos pre-

 su experiencia mejora cuando encuentra a una niñera que   senta una versión conflictiva de su experiencia como ma-

 la ayuda con sus mellizos. Confiesa que su vida empezó a   dre. Sin embargo, no puede terminar el libro sin cambiar

 normalizarse cuando emplearon a una mujer que colabora-  de opinión porque es difícil admitir que se arrepiente de ser

 ba “con el trabajo doméstico y los bebés” (268). Es obvio   madre. Al final, Villar dice: “nunca más he vuelto a pen-


 el privilegio que existe para Villar, que puede pagar a otra   sar que me he equivocado escogiendo la maternidad” (270)

 mujer para que le ayude en su casa mientras sigue trabajan-  para asegurarnos de que sí vale la pena tener hijos.

 do y recuperándose de su parto. Pero aquí observamos una   En 2019, salió el nuevo libro de Villar, La carga mental

 desigualdad que se manifiesta en la situación de mercantili-  femenina, “un conjunto de historias cotidianas protagoni-


 zación de la ayuda doméstica y que se revela en el hecho de   zadas por madres, con el que se pretende dar visibilidad al

 que la mujer donante difícilmente podría ser madre sin re-  problema que tienen las mujeres tras la maternidad, que vi-

 cursos económicos que la apoyaran. El sistema siempre fra-  ven con el doble peso su vida laboral y familiar” (20 minu-

 casa para la mujer de menos recursos. En ese sentido, López   tos). Lo que salió de las entrevistas de prensa al salir su nue-


 Trujillo, hablando de la generación actual de jóvenes espa-  vo libro fueron citas como “La maternidad es un horror”

 ñoles, escribe que el lema de Juventud Sin Futuro es “Sin   (20 minutos) o “Mi vida es peor desde que tengo hijos” (Fe-

 casa, sin curro, sin pensión, sin miedo”, a lo que añade “Y   rro). En esa entrevista en La Vanguardia habla “sin tapujos”

 sin hijos” (24). Para Villar, que se desempeña como perio-  de las dificultades de ser madre, dice que las madres están


 dista, su trabajo está asegurado, pero su manera de trabajar   “encantada[s] porque quiere[n] a [s]us hijos y porque [l]e

 ya no lo está. Expresa que su “trabajo viajando quince días   gusta cuidarlos. ¡Como yo! ¡Pero claro que mi vida es peor!

 al mes es incompatible con criar a dos hijos” pero que quie-  En términos de calidad de vida, de descanso, de libertad, de

 re “hacerlo todo, como tantas mujeres” (238). Sin embar-  ausencia de conflictos” (Ferro). Si bien es una voz represen-


 go, aunque lógicamente entiende que, ahora teniendo dos   tante de la situación de la mujer madre en España, Villar ad-

 niños, no puede mantener su trabajo tal como lo hacía an-  mite que habla desde una posición de privilegio financiero,

 tes, emocionalmente no quiere renunciar a ello, o como ella   y es imposible ignorar esa perspectiva (Ferro). No obstante,

 dice: “Así que me quiero —escribo me quiero y no sé si la   al ser receptora de óvulos de tres donantes distintas, al arre-


 expresión más honesta es me debo— dedicar a ellos” (238).   pentirse de su maternidad por el efecto que ello provoca en

 Entiende que la presión social la obliga a cambiar de traba-  su vida profesional y emocional y al cuestionar el concepto






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 Revist a  de  al ce s XXI                              Número  5 , 2021-2023
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