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los tratamientos de fertilidad. Es más: siempre está presente En el “mercado” de la casa, Nanclares observa que tener
el mercadeo de los productos de la fertilidad. Gabi y Silvia hijos —y tenerlos “a tiempo”— pesa mucho más sobre la
tienen una app para medir el ciclo y para ver cuándo tener mujer que sobre el hombre: “Una pareja muy unida. Tan
relaciones sexuales o, mejor dicho, cuándo intentar conce- unida que me hace pensar en cómo vivirán la desigualdad
bir (89-90). Silvia medita todo lo que no sabía antes sobre que provoca el hecho de que para ella esté por pasar el úl-
su propio cuerpo y llega a la conclusión de que “todo lo que timo tren mientras que a él esa posibilidad se le mantendrá
rodea a la salud y el cuerpo de la mujer, a la cultura asocia- abierta durante algunas décadas más. Como a Gabi” (197).
da a su género, está devaluado” (96). Este cuerpo, ya defini- Nanclares enfatiza de nuevo el fenómeno general (una pare-
do como neoliberal, solo tiene valor cuando puede consu- ja dada) y su manifestación íntima (su propia pareja Gabi).
mir o producir. El cuerpo que necesita de cuidados, como el La narradora comenta también el desajuste laboral en las
del padre de Silvia, comunica de nuevo la necesidad de una parejas hetero: “Los novios de tus amigas, de repente, te
completa reformulación socioeconómica. caían mal. A ellas la crianza les había desbaratado con la
Mara, una amiga de Silvia, puede ir a una clínica priva- fuerza de un rayo rutinas y actividades, mientras que ellos
da solo porque está todavía en la nómina del seguro de su seguían con su vida pública a flote” (210). Hay que tener
padre. Mientras tanto, Gabi y Silvia ven la problemática de en cuenta lo que comentan Inés Campillo y Carolina del
tener una médica que quiere cuidar y vender a la vez. Silvia Olmo: que “el 24% de los hogares con hijos son monopa-
dice que algunas de las clínicas parecen ser un “pequeño su- rentales” (83) y que este modelo de familia con dos susten-
permercado con alianzas con los bancos” (177). Las muje- tadores “nos muestran a las claras que la corresponsabilidad,
res que quieren tener hijos parecen estar en “un Harrods de en lugar de solucionar el problema, supone la aparición de
la fertilidad: tenemos el producto adecuado para ti, da igual la versión masculina de la superwoman agotada por la doble
tu patología o condición” (108). Esta es “la industria flore- jornada y una extensión a ambos sexos de las penalizaciones
ciente de la reproducción asistida” (192). La Silvia narra- laborales por cuidar” (83).
dora critica la medicalización del cuerpo de la mujer, pero Mientras Silvia y Gabi pasan por toda la serie de proce-
también reconoce “las ricas posibilidades que la tecnología dimientos de fertilidad, Silvia lamenta: “el sonido crujien-
reproductiva nos abría a las mujeres: la creación de nuevas te del envoltorio de nuestro futuro chocaba con un interior
familias con, por ejemplo, dos madres, o la opción empode- mucho más tradicional de lo esperado” (192), así expresan-
radora para aquellas que deseaban ser madres por su cuen- do de manera más lírica la queja principal de Fraser de que
ta” (128). Otra vez, vemos a la protagonista-narradora entre el feminismo de los años 70 haya reforzado el hípercapitalis-
la fea realidad del mercado y el rosario de posibilidades que mo y que no haya respondido a la necesidad de una amplia
a veces ofrece. consideración de los cuidados. Nanclares hace otra decla-
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Revist a de al ce s XXI Número 5 , 2021-2023