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ración política aquí: “¿Y si toda esa inversión para la inves-                                                          los cuidados es un paso importante hacia estos cambios ra-

         tigación y el testeo se hubiera puesto al servicio de crear                                                             dicales, sobre todo con una conciencia agudizada por una

         políticas, condiciones e incentivos para promover la mater-                                                             pandemia global.


         nidad y la crianza compatible con el trabajo? Por no decir

         con la vida” (192).

             Oigo aquí un nuevo manifiesto que aboga por un cambio

         radical político (“políticas”), social (“condiciones”) y econó-

         mico (“incentivos”). Este manifiesto necesita a toda la gente


         de todos los géneros en la plaza, en las calles, hablando de

         los cuidados. La “mujer pública” tan repudiada durante mi-

         lenios ya puede ocupar el espacio para reivindicar la impor-

         tancia fundamental de los cuidados y las cuidadoras. Como


         dice Nanclares hacia finales de su TEDTalk, “Cada uno de

         nosotros tiene una plaza mayor” (TEDTalk, 8:20) y “[el de-

         safío de esta plaza] va a ser recuperar lo invisible: el fresco, el

         agua, la sombra, las relaciones, pero, sobre todo, construir


         una memoria colectiva donde quepa todo el mundo” (TE-

         DTalk, 9:17).  En el contexto de la maternidad liberal y el
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         ecofeminismo, se tiene que replantear los cuidados, recu-


         perar la salud del planeta y volver a construir las relaciones

         afectivas con nuestras/os/xs vecinas/os/xs y con nuestros ba-

         rrios. Desvelar la compleja problemática de la maternidad y





         15  Ana de Miguel analiza las diferentes olas del feminismo con respecto a

         la teoría y la práctica: “Tal y como ha puesto de manifiesto la experiencia
         de distintas olas de feminismo, los cambios cualitativos en la situación
         de las mujeres siempre han requerido la colaboración activa y los pactos

         entre todas las mujeres implicadas y organizadas en los diferentes frentes

         y niveles de la lucha contra el sistema patriarcal; entre las más institucio-
         nales y las más movimentistas. Y este podría ser de nuevo el caso en torno
         a lo que se ha ido concretando como la demanda de las mujeres de for-

         mar parte del proceso constituyente de un nuevo contrato social” (245).





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