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filicidio materno, el crimen ofende profundamente porque   históricamente condonados por diversas culturas como re-

 choca con la imagen ideal de la madre que se asume llena   coge el capítulo de la novela titulado “Matar niños”, se han


 de abnegación y amor desinteresado. Socialmente, la filici-  razonado como “un método de control de la población, la

 da es el ejemplo excelso de la “mala” madre. En la novela,   ilegitimidad del hijo, la incapacidad de la madre para ha-

 la curiosidad que provoca la asesina sobre la escritora y el   cerse cargo del menor, la presencia de defectos congénitos y


 público que la juzga indica el modo en que su transgresión   las supersticiones y rituales de sacrificio” (González y Mu-

 ataca las expectativas depositadas en ella como madre. Sin   ñoz-Rivas, 92). Pero, la reacción social contemporánea ante

 embargo, aparte de ponerla en cuestión, los debates emo-  este tipo de asesinato indica la importancia del componen-

 cionales e intelectuales presentados en su juicio, exponen a   te de género al juzgar el filicidio: hay percepciones distin-

 los personajes, y con ellos, a las lectoras, al “desplazamiento   tas sobre la relación padre o madre y su progenie. Como


 y condensación” de “conflictos, expectativas, deseos, anhe-  comenta la narradora, “de ser una práctica sistemática, el

 los, sentimientos” […] “sociales, psíquicos, biológicos” aso-  infanticidio pasa a ser, sobre todo, el acto extremo de ma-

 ciados a la maternidad (de Barbieri et al. 72). Así, siguiendo   dres desesperadas” (118). Aunque las dolorosas estadísticas

 los parámetros del género negro, la investigación sobre la   de las muertes por violencia de género cada año en España,


 criminalidad de Jade/Alice abre la puerta a la dimensión de   indican que “hoy en día Medea es mayoritariamente hom-

 crítica social. El caso de la filicida permite a Agirre comple-  bre”, según la escritora, los casos de filicidio por los padres

 tar un arco narrativo de la figura de la “madre” que va desde   son usualmente interpretados en conexión al concepto de

 el extremo maligno hasta las imágenes más idealizadas.  autoridad (122). Así la Biblia presenta a Abraham listo para


 En la cultura popular, la pintura y los medios de comu-  matar a Isaac como un ejemplo máximo de obediencia a

 nicación abundan las representaciones de la madre nutri-  Dios, y el Tito Andrónico de Shakespeare se convence de

 cia, la mater amatísima, la mater dolorosa que determinan   la necesidad de matar a su propio hijo por cuestiones de es-

 su función. Por eso, en el infanticidio a cargo de madre la   tado (Detmer-Goebel 111). Por su lado, la materialidad de


 sociedad con frecuencia patologiza a la mujer y la tilda de   Saturno devorando a su hijo, tal como lo representó Goya,

 loca.  A pesar de que el infanticidio y el filicidio han sido   convierte al filicidio en una alegoría del paso del tiempo, a
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         través de una lectura sublimada. En contraste, la culpabili-


 1  Para una exploración más profunda ver por ejemplo el libro  When   dad atribuida a la madre filicida le impone una carga perso-

 Mothers Kill: Interviews from Prison de Michelle Oberman y Cheryl Me-  nal, emocional, material y cultural que la responsabiliza de
 yer, donde observan que cuando madres consideradas “buenas” matan,   modo desequilibrado.

 sus crímenes son calificados de irracionales y actos incontrolables, conse-
 cuencia de sus enfermedades mentales. En contraste, las mujeres “malas”

 son vistas como la antítesis de la mujer “loca”, y por tanto, son represen-  sus responsabilidades domésticas (69-70).
 tadas como frías, duras, monstruos horribles que no han cumplido con



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 Revist a  de  al ce s XXI                              Número  5 , 2021-2023
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