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Pero… claro… ¿Cuál era exactamente la batalla? Se pue- porque la gente supone erróneamente que no es dañina.”
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den preguntar algunos. Porque tampoco olvidemos que Y, claro, una persona comprometida con los derechos y li-
gran parte de la sociedad nos consideró como poco menos bertades fundamentales (o con un mínimo de sentido co-
que unos apestados, unos gandules, unos piojosos o unos mún) no puede tener una opinión favorable a este respecto.
drogadictos… (Algo parecido a cómo consideraron unos Llegados a este punto, tal vez me falte matizar el “cómo”
cuantos años más tarde a los que formaron parte del 15M) nos involucrábamos en los distintos movimientos sociales
una panda de hippies que no querían “aportar nada” a la so- y, digamos que, además de jugarnos la libertad (y creo que
ciedad ni cumplir con sus obligaciones con el país. Bueno, no puede haber participación más activa que esta), formá-
pues a excepción de las experiencias que pudiéramos tener bamos parte de distintos colectivos y asambleas antimilita-
algunos con las drogas (entre las que me puedo incluir yo ristas a nivel provincial. Colectivos y asambleas que, a su
mismo sin ningún tapujo), la razón fundamental de nues- vez, estábamos en contacto con otras asambleas a nivel es-
tra negativa no tenía nada que ver con ninguna “tribu urba- tatal, nos reuníamos con la regularidad que nos permitían
na”, ni con problemas de higiene personal, ni con la desidia nuestras no menos alocadas que comprometidas agendas.
como estado de ánimo. Nos informábamos unos a otros de nuestra situación penal
La razón fundamental, era, obviamente, que nos consi- y procesal. Manteníamos contacto con asociaciones de abo-
derábamos antimilitaristas… En aquella época estaba con- gados que nos asesoraban. Así descubrimos que, en el caso
vencido de que las guerras solo favorecían a aquellos países de la Prestación Social Sustitutoria, el estado tenía un límite
que fabricaban armas o que, parafraseando a Jualma Suárez temporal para hacer el llamamiento y, si ese plazo se incum-
Fernández, “la gente compra armas, para defenderse de la plía, la persona quedaba exenta de responsabilidad crimi-
gente que compra armas: para defenderse de la gente que nal… opción que le salvó a más de uno el trasero… y, para
compra armas: para defenderse de la gente que compra ar- no resultar demasiado exhaustivo, digamos que estos co-
mas, para defenderse” (Eskorbuto). O que, en esencia, la lectivos y asambleas continuaron de forma ininterrumpida
mayoría de las guerras no son más que un montón de gente hasta la profesionalización del ejército y la despenalización
que no se conoce de nada, matando a otro montón de gente de la insumisión. Momento en que las mismas, por razones
a la que tampoco conoce de nada, por los intereses de una obvias, dejaron de tener su razón de ser…
minoría de gente a la que todavía conocerán de menos. En Pero lo cierto es que, además, no solo pertenecíamos a
definitiva y, por terminar tomándome la libertad de adap- esta clase de colectivos, también formábamos parte de co-
tar a mi discurso las palabras de Bertrand Russell: “el ejér-
cito, como tantas otras cosas que acepta la sociedad, es una 3 La cita original de Bertrand Russell no es una referencia al ejército,
reliquia del pasado que sobrevive, como la monarquía, solo exactamente, sino a la monarquía, el autor se ha tomado la libertad de
hacer suyas las palabras, respetando el núcleo de la idea.
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Revist a de alces XXI Número 4 , 2019-2020