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La aceleración de las actividades humanas, tanto las físicas
como las mentales, impulsadas por el software y las tecno-
logías empleadas para el trabajo y para el entretenimiento,
reduce el espacio de atención de los individuos que se ajus-
tan a un ritmo de cambios constantes. Todo lo que ocu-
rre despacio, incluidos los cambios climáticos y otros tipos
de destrucción ambiental que Rob Nixon llama “slow vio-
lence” (violencia lenta) es imperceptible para la atención
10
transformada por el constante contacto con la realidad de
la pantalla, la cual seduce con el infinito tesoro del humor,
del placer y del glamour.
En la reflexión pesimista de Erice en El espíritu de la
colmena (1973), mediante el texto de Maurice Maeterlinck
se construye la metáfora de la sociedad franquista, cuyo irre-
flexivo ‘ir y venir’ se debe al trauma de la guerra y al miedo
impulsado por una dictadura. Es irónico notar la intensifi-
cación del modelo de la colmena a través del software pro-
ducido por la multinacional Oracle en los tiempos de la ‘de-
mocracia’. Los instrumentos integrados de la ‘Colmena de
Oracle’ incluyen, además del calendario, el e-mail, las te-
leconferencias y los espacios virtuales de trabajo, así como
también el acceso móvil. A partir de 2011, la ‘Colmena de
Oracle’ se ha convertido en la plataforma de los iPhones y
iPads de Apple y de otros smartphones. En estos objetos de
envergadura trans-humana, el tiempo y el espacio se inte-
gran, incorporando la ideología del poder de la economía
10 Según el libro premiado de Nixon, la violencia lenta es invisible por-
que ocurre a lo largo de varios años, destruyendo el ambiente y la salud
humana como resultado de procesos de contaminación y explotación
por los que nadie asume responsabilidad.
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Revist a de alces XXI
del conocimiento, la cual se distingue por su entusiasmo y
confianza en la tecnología.
El título de El espíritu de la colmena emula la convicción
un tanto mística de Maeterlinck de que el super-organismo
de la colmena regido mediante leyes que el escritor francés
denomina como “tristes” y también como “de Naturaleza”
es capaz de impulsar el surgimiento de algo radicalmente
otro a sí mismo, que es precisamente su espíritu. Entre va-
rias interpretaciones pesimistas de la película de Erice, la
mía ha sido optimista, debido precisamente a la esperanza
de que la otredad del espíritu rebelde promete un cambio
futuro cuando en la última escena de la película Ana sale al
jardín y llama a su amigo muerto (Beilin Del infierno). En el
super-organismo de la sociedad regida por la presente eco-
nomía del conocimiento, las economías alternativas encar-
nan similarmente un espacio de otredad de la que, una vez
más, emana la esperanza de una transformación futura. Los
protagonistas de los movimientos alternativos se liberan to-
tal o parcialmente de la colmena del tiempo corporativo
para conseguir acceso al tiempo lento donde pensar sobre
un cambio. Las meditaciones, el cultivo de los jardines y las
caminatas comunes, proveen espacios para distanciarse crí-
ticamente de la vida dominada por el trabajo y donde falta
el tiempo para pensar en el mundo. Las personas que cami-
nan, cultivan y cocinan juntas construyen una reflexión y
una cultura alternativa y comunitaria.
Eli Meyerhoff y Elizabeth Johnson recuerdan que los grie-
gos antiguos distinguían dos tipos de tiempo; Cronos, que
como el Saturno de Goya devoraba a sus propios hijos pro-
gresando sin cesar mediante el consumo ilimitado, y Kai-
ros, un tiempo no lineal que daba vueltas sobre sí mismo
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Número 3 , 2016-2017