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se codifica en su totalidad para, desde esta sorprendente sa- lidad” del siglo XXI. Surge aquí de nuevo la inconsistencia
piencia, negar que tan ingente pastel (con el que, rizando en el sentido apuntado anteriormente: ¿qué es la “realidad”?
el rizo, puede además mentarse a la barthesiana postura de ¿Por que hablar del siglo xxi como si se supiera lo que es el
que, “en realidad”, todo es texto) pudiera ser también sus- siglo xxi, como si se pudiera tener una visión panorámica
ceptible de un tratamiento de cuño tradicional que aspira- de todo lo que va a ser el siglo xxi, como si se conociera con
se a cierta validez, resultaba, cuanto menos, inconsistente, absoluta certeza cuál será el discurso dominante y por tanto
habida cuenta de que las formas no conllevan unas esencias la visión que pasará a la Historia, cuando en verdad el siglo
inmutables y resistentes al contexto, sino que es el contexto xxi acaba de empezar y no sabemos cómo será en España,
quien las dota de significación, y en este juego la vieja forma en Japón o en México, y en cualquier caso jamás será nada
no sólo pasa a significar una cosa distinta, sino que quien la fijo, sino una convención más? En este sentido, y a pesar de
esgrime puede ser consciente de ello y crear a partir de ahí. la crítica al realismo, tengo la impresión de que asistimos a
Por otra parte, estas acusaciones, emitidas desde posturas una obsesión propia de quienes creen que en literatura no
más o menos postmodernas, encubrían una ideología poco hablamos de códigos, sino de traslaciones. Decir que hay
postmoderna y bastante hegeliana que evidenciaba lo mal formas que traducen mejor el siglo xxi presupone una fe en
que se había entendido el legado de la postmodernidad. La la realidad contraproducente con lo que, al menos para mí,
postmodernidad es un concepto muy bien acotado filosófi- debería ser una de las funciones de la literatura: sospechar.
camente, que si deja algo claro es la actualidad de todos los Señalar que todo es una construcción, y si se tiene una vo-
discursos y las formas al no ofrecer una lectura lineal de la cación explícitamente política, ofrecer constructos alterna-
Historia, lo que conlleva una lectura válida tanto de lo li- tivos.
neal como de lo fragmentario. Y en fin, que como afirma El último de los rescoldos ambientales al que cabe hacer
James Wood en Los mecanismos de la ficción, para acusar a la una crítica es al de la filiación a una tradición trasnacional,
convención de ser convencional hay que esgrimir otra con- filiación que, si bien es explicable por el contexto (actual-
vención igualmente convencional. mente los escritores nos formamos con libros de autores no
Otro de los rescoldos ambientales de pretensiones “van- españoles) resulta, como ya he indicado al principio de este
guardistas” y regusto más bien antiguo que dejó el fenó- artículo, cuanto menos equívoca en su formulación, pues
meno Nocilla fueron las diversas preceptivas sobre cómo se no son literaturas de todos los países las que nos llegan, sino
debía escribir en el siglo XXI, preceptivas que coincidían, tan sólo de aquellos que tienen los medios para colonizar-
como no podía ser de otro modo, con las poéticas de sus nos culturalmente. Las librerías españolas no se parecen a
emisores. Vuelvo a traer aquí uno de los argumentos argüi- las librerías brasileñas, ni a la húngaras ni a las japonesas,
dos, explícita o implícitamente, por algunos de los miem- sino a las anglosajonas y a las francesas, por lo que, a mi
bros, a saber: la mejor adecuación de sus poéticas a la “rea- juicio, sólo una visión un tanto sesgada de lo que significa
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013