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los problemas relacionados con la estructura económica de ciación y extrañamiento de las zonas del estado de bienes-
la realidad. tar todavía intactas después de cuatro años de temporalidad
Así se animaban toda suerte de lecturas geopolíticas en las de crisis (educación, sanidad, límites ecológicos, y, aún de
que los aficionados deseaban que la final se jugase entre Ale- modo incipiente, pensiones). Pero cuando aún no se visua-
mania y un país rescatado. Parecía activarse en lo simbóli- lizaban sus consecuencias, en esos días de junio de 2012,
co el viejo conflicto entre la “antigua nación espiritual” y las la vida cotidiana se hizo extraña, esperando a la llegada del
“modernas naciones materiales”, narración que, en 1898, rescate. Tal extrañeza estuvo en relación con la inminencia,
construyeron los publicistas españoles para conjurar simbó- como la calma que precede a una tormenta. Mientras la tor-
licamente la expansión de Estados Unidos sobre los últimos menta no llegaba, alguien (un emigrante español quizá, de
restos de su imperio: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. “De- pronto ocioso, quizá de vacaciones, un turista hispanófilo,
seo que ganéis porque los españoles necesitamos una alegría un exiliado, un periodista, un viajante, o incluso un pro-
en tiempos tan complejos. El triunfo de la selección sería fesor en una universidad americana) que, tras varios meses
un subidón de moral para España entera” (As). Así despi- fuera, pasease por Madrid a mediados de junio de 2012 ha-
dió Mariano Rajoy a “la armada española,” como un gene- bría podido reconocer en el espacio urbano las marcas físi-
ral absurdo que envía a extraños soldados a una muy rara cas de un proceso de desintegración, en el que se disolvían
guerra. en el aire aquellos elementos que caracterizaron el periodo
anterior de expansión y crecimiento, dejando la nada en
2. La crisis y su experiencia estética urbana (una obser- su lugar. Los locales vacíos, ya no sólo en los barrios, sino
vación participada). 9 también en el centro, llamaban la atención: escaparates que
anunciaban la pérdida del poder adquisitivo, el aumento del
El llamado rescate se ha traducido en privatización, depre- paro y la bajada del consumo. Otros lugares vacíos anun-
ciaban otras cosas y entre ellos destacan las sedes de sucur-
sales bancarias de pronto clausuradas, que eran poderosas
9 Al hablar de experiencia estética, no pretendo decir que la crisis sea
bonita. Tomo el término de Marshall Berman, sobre la idea de una “ex- metáforas para la fuga de capitales, para la crisis de deuda y
perience of Modernity” que se manifiesta en una determinada organiza- la volatilización de los activos. Aunque las sucursales man-
ción de lo estético. El conjunto de las formas, en su modo particular de tenían sus logos, su apariencia de bancos, y parecían que se-
interiorizar los cambios de un momento, configuran la estética de una guir existiendo, cuando uno se acercaba, podía ver perfec-
época, tal y como se puede ver en su literatura, su cultura, o en el espa-
cio privilegiado de la ciudad. Combino este concepto con otras ideas so- tamente, a través de cristales y de stores, que dentro no hay
bre cultura urbana, y con las nociones de la antropología y la etnografía nada, que lo que contenían (y sobre todo el dinero) ha sido
sobre la “observación participada” como un método de estudio de fenó- trasladado a un lugar otro [fig. 1].
menos culturales. En este sentido, estetizar quiere decir formalizar pro- No sólo cierran sus sedes, los bancos también cierran los
cesos sociohistóricos, y no idealizar, sublimar o poner bonito.
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013