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que consiste en simular “representar” (servir) a los electores.

                                                                                                                                 Los prestidigitadores, creadores de ilusión e hipnotizadores

                                                                                                                                 (El Roto 79) desaparecen cuando hay que asumir respon-

                                                                                                                                 sabilidades (El Roto 11). Con sus sombreros, esos magos

                                                                                                                                 pueden recordar en cierta medida la oligarquía financiera

                                                                                                                                 tal como la retrataba un Chumy Chúmez bajo el franquis-

                                                                                                                                 mo.  Si el Roto privilegia la metáfora del gran teatro del
                                                                                                                                        11

                                                                                                                                 mundo, Mora privilegia la del cuento popular: cuentos para

                                                                                                                                 amedrentar —unos jóvenes de la periferia de una gran ciu-

                                                                                                                                 dad, sentados alrededor de un fuego según el ritual de mu-

                                                                                                                                 chas sociedades anteriores a la invención de las pantallas, se

                                                                                                                                 cuentan con ironía la historia de terror de la supuesta “ma-

                                                                                                                                 yoría silenciosa” a la que apelan los políticos cuando quie-

                                                                                                                                 ren desoír a la calle [fig. 5]— o cuentos infantiles para gen-


                                                                                                                                 te ingenua, de los que el lectespectador podrá esperar que se

                                                                                                                                 hagan algún día realidad. Por ejemplo, cuenta el abuelo a su

                                                                                                                                 nieta: “algún día el gobierno dejó de hablar de bancos y di-

                                                                                                                                 nero y empezó a preocuparse por las personas” (23/01/12).


                           Fig. 4, El Roto, 38                                                                                       El resorte de la ilusión es siempre la manipulación del
                                                                                                                                 lenguaje con un uso retorcido del léxico que El Roto se apli-

         El gran teatro/cuento de la democracia                                                                                  ca a traducir (de ahí la multiplicación de frases asertivas con

         Circo, teatro, cine, magia: todo es representación y deco-                                                              una sintaxis definitoria) así como la utilización inmoderada

         rado. En el papel de los protagonistas salen los poderosos,                                                             de los nexos lógicos y silogismos falsos que reproduce la jer-


         pero la construcción artificial no se hubiera sostenido sin                                                             ga de los que quieren eludir responsabilidades:

         la complicidad de los figurantes a los que se les pide aún                                                                  Sepan que hemos llegado a esta situación porque la codi-

         más esfuerzos: “El tinglado se desinfla, sigan soplando” (El                                                            cia les hizo vivir por encima de sus posibilidades. Luego per-

         Roto 25). Lo que revelan los pensamientos de los titirite-

         ros es que en nuestras democracias el término “representa-

         ción” ya no debe entenderse como “representación política”                                                              11  “La oligarquía financiera es una representación alegórica del capital,

         (estar presente por y para) sino en el sentido artístico de si-                                                         de su poder omnívoro. Los inquisidores con sombrero de copa o bom-


         mulacro. Los políticos desarrollan (representan) un papel                                                               bín no sólo actúan torturando y explotando, sino que usan la palabra
                                                                                                                                 como garrote vil” (Llera).





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                Revist a   de   alces   XXI                                                                                                                                                       Número  1 , 2013
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