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afirma Alain Badiou, “it is forbidden […] not to be dem- (y no todas van a ser magnánimas ni contemporizadoras).
ocrat” (“está prohibido […] no ser demócrata”; 78) y es Si se defiende que democracia y capitalismo sí pueden o in-
esta prohibición, moralizante e ideológicamente perversa, cluso deben seguir acompañándose en el camino, también
la que debe alzar la liebre de todas nuestras sospechas. ¿Qué habrá que lidiar con las consecuencias y reconocer (sin con-
se prohíbe y qué se bendice cuando, en España, la democra- torsionismos éticos) que el capitalismo convive con el tipo
cia (sin más) promueve el consenso casi universal de todas de democracia que consiente en cada momento, y que, en
las fuerzas políticas? ¿Qué incluye este “paquete democráti- definitiva, al olmo ya no cabe pedirle peras.
co” cuyo simple cuestionamiento parece vedado u ocasiona Capitalismo y Europa. La Unión Europea, marco insalva-
un rechazo automático? En un reciente volumen colectivo, ble en el que la crisis económica española se conforma, es
Wendy Brown comenta que la invocación de la “democra- continuo objeto de pseudo-apologías que ponderan su sen-
cia” se ha transformado en un gesto vacío en el que se aco- tido histórico (la histórica paz entre países en guerra duran-
moda toda clase de criterios, sueños, fobias y valores (45). te siglos), su generosidad con la Península Ibérica durante
Todos somos demócratas y nadie osa alegar lo contrario, los 80 y 90 mediante los Fondos de Cohesión, y su papel
aunque cada uno tenga en mente parámetros políticos de cardinal en la eventual salida de la crisis, de la que (como se
democracia bastante heterogéneos e incluso mutuamente repite hasta la saciedad) “saldremos todos juntos o no saldrá
excluyentes. ¿Se traduce esta magnificación y sacralización nadie”. En un país como España, en donde el europeísmo
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de la democracia en su propia inoperatividad? La respuesta roza la pazguatería, es Alemania la que juega el rol de im-
a esta pregunta no es fácil y tiene que considerar, al menos, pertérrito de “policía malo”, ávido por fagocitar para bene-
un componente clave. ficio propio las respetables instituciones europeas, atrofian-
No importa tanto el logo “democracia” (aunque impor- do de paso la vocación multilateral y participativa de éstas.
ta), como el contenido mismo que le confiramos. Sea éste Con variantes y matices así reza la leyenda y así la irradian
el significante que utilicemos o cualquier otro, lo decisorio por megafonía medios de comunicación, partidos y agen-
está en lo que queramos decir y digamos con él. Si la locu- tes sociales: en el seno de la U.E., todo (incluso la salvación
ción tiene algún futuro, más allá de desempeñar funciones económica, aunque cueste sangre, sudor y lágrimas); fue-
de cajón de sastre y gran eslogan (al que todos se suman ra de ésta, el abismo insondable del ostracismo e incluso la
para no tener que sumarse a casi nada), el tiempo de los
retruécanos e imprecisiones democrático-semánticos debe 14 Felipe González es, con toda seguridad, una de las figuras políticas
concluir. Esto va a exigir tomas de posición más inequívo- que ha insistido con mayor regularidad en el hecho de que la solución a
cas y exclusiones menos acomplejadas. Si queremos afirmar los problemas económicos de España y del continente se halla en mayo-
que la democracia no es compatible con el capitalismo, en- res dosis de Europa, es decir, de unión política y coordinación interes-
tonces la democracia tendrá que asumir las consecuencias tatal. Éste es un discurso suscrito, de todas formas, por la gran mayoría
del espectro político nacional.
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013