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ocupar un lugar.     sitar (o no) de violencia física.  En conclusión, tal y como
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 Una vez esclarecido que la confrontación entre democra-  revela Daniel Ross en un decisivo ensayo, las democracias

 cia y capitalismo puede ser refugio para liberales afligidos   del llamado Primer Mundo han patentizado sus generosas y

 pero, en ningún caso, un diagnóstico mínimamente exigen-  recurrentes dosis de totalitarismo y autoritarismo (14-35).

 te de la situación, podemos bosquejar la siguiente hipóte-  Lanzar estos términos como ataques indiscriminados con-

 sis. Junto al ataque a la línea de flotación del capitalismo,   tra los considerados enemigos de dichas democracias bien

 ha llegado el momento de desacralizar la noción de demo-  parece un mecanismo de proyección: se da por sentado un


 cracia. Es indudable que la crítica de la democracia produce   binarismo político-ontológico y se le imputa al enemigo de

 desazón, trufada de mala conciencia e incluso de algún vér-  turno (la Unión Soviética, Cuba, el fallecido comandante

 tigo moral. Uno podría negociar este registro de emociones   Chávez o los regímenes islámicos) la prerrogativa exclusiva

 con una disculpa preventiva, tan necesaria como tediosa,   de la censura política, las campañas de desprestigio, el nin-

 que aleje el espectro del autoritarismo y totalitarismo. Este   guneo de posturas incómodas, la manipulación mediática y

 descargo previo supondría, sin embargo, un error táctico en   la violencia policial. Mi impresión es que estos males, lejos

 tanto que da por bueno un apriorismo bastante discutible,   de quedar circunscritos a los apóstatas de la fe democrática


 esto es, que las democracias occidentales han sido garantes   (liberal, parlamentaria y de libre mercado), circula de una

 dignos, desde mediados del siglo XX, de paz, integración,   forma mucho más fluida e incumbe de lleno a las institu-

 respeto y pluralidad. La realidad histórica no respalda este   ciones de dicha fe.

 extremo. Los sistemas democráticos, con Estados Unidos y   ¿A  qué  conclusiones  nos  empuja  este  argumento?  En

 Europa occidental al frente, se han empleado y se emplean a   primer lugar, la inevitabilidad del capitalismo resulta, sin

 fondo en toda clase de conflictos bélicos que sean bendeci-  duda, asfixiante. Sin embargo, esta inevitabilidad enmas-

 dos por ellos mismos como justos y/o necesarios. De puer-  cara y se solapa con otra menos obvia, más enraizada, más

 tas a dentro, estos sistemas toleran lo que toleran (social,   a salvo, por lo tanto, de posibles cuestionamientos. Como

 cultural, económica y políticamente), mientras establecen


 límites tajantes para lo señalado como intolerable. Estos lí-  13  La distinción de Žižek entre la “violencia sistémica” y la “violencia

 mites son la ocasión para actos represivos que pueden nece-  subjetiva” es muy relevante en este contexto (Violence 9-15). Žižek ex-

         plica que la oposición a todo tipo de violencia “seems to be the main
         preoccupation of the tolerant liberal attitude that predominates today”
 12  El mesianismo implícito en esta postura fue, como ya sabemos, precla-  (“parece ser la preocupación principal de la tolerante actitud liberal que

 ramente respaldado por Francis Fukuyama en su teoría normativo-des-  predomina hoy en día”; Violence 10). Esta preocupación por un tipo

 criptiva del fin de la historia y el último hombre (“Liberal” 569-60;   de violencia (delincuencia, terrorismo, desorden social…) enmascara la
 “Reflections” 43), en la que la España parlamentaria y económicamente   aquiescencia con otro tipo de violencia estructural (económica y social)
 liberalizada de Adolfo Suárez encaja, por fin, tras diversos meandros his-  de efectos mucho más devastadores y que además suele estar en el origen

 tóricos (“End” 150).  de la primera clase de violencia.





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 Revist a   de   alces   XXI                                              Número  1 , 2013
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