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ponernos de frente a lo que no vemos de otro modo, o a lo   paña. Pero además que lo son precisamente por la fuerza de

 que transformado expresa mejor lo que vemos. Así, entrar en   la memoria, un arraigo en la actualización del tiempo.

 esa historia desde la infancia me permitió crecer en la novela   El escritor Albert Cohen refleja en sus libros el deseo

 y llegar definitivamente a España.  del judío de ligarse a una historia antigua pero que mantiene

 Cada libro encuentra su trayecto. Déjalo, ya volveremos   presente. Su obra y su personalidad refleja muy bien el espíri­


 es el tercer libro que publiqué (me preguntó mi editor qué   tu de la actual Sefarad. Lo peculiar de España y de la literatu­

 libro quería publicar después de Deshojando alcachofas y les   ra española es que esa historia e influencia se mantuvo hasta

 entregué esta historia de infancia de los judíos de Tetuán:   ahora en una especie de secreto y ocultación favorecida por

 sabía que no es un libro fácil, pero necesitaba salvarlo, y el   la desaparición de quienes hasta entonces eran parte activa

 libro encontró su sentido). Un día, hace ya bastante tiem­  de su cultura, además de reflejar el deseo de establecer un

 po, pero meses después de su publicación, me llegó una car­  diálogo con los demás, con el afuera.

 ta que me decía: “Falta un nombre”. Me la escribió un señor


 que luego vino a verme. Me contó que su tío iba en el barco   Un enfant juif rencontre la haine le jour de ses dix ans. J´ai été

 Egoz, historia que de manera lateral se cuenta en mi libro,                                    cet enfant.

 donde enumero los nombres de las víctimas de ese barco que   Un niño judío encuentra el odio el día de su décimo cum­

 se dejó hundir en la costa de Marruecos. La tripulación huyó   pleaños. Yo fui este niño (Cohen 15).

 y murieron todos los pasajeros que se exiliaban a Israel, pero

 un español se quedó para ayudar al pasaje, el único de la tri­  Albert Cohen es, siempre, el niño que se cobija bajo la


 pulación, el maquinista del barco, Francisco Pérez Roldán.   bata de un hombre judío y  francés sefardí (español). Como

 Él, junto a los pasajeros, murió en el Egoz, pero hasta aho­  él diría, un “humano”. El escritor guarda en el fondo de su

 ra no había constancia. Los historiadores tenían sospechas   mirada al niño de diez años al que le desgarra el descubri­

 pero no se había escrito; fue su sobrino que al descubrir la   miento de la otredad en el día de su cumpleaños. Por eso,

 historia en mi novela investigó y consiguió que se le recono­  como remedio, necesita expresarse a través de su obra. Por

 ciera. Por eso, para mí, es como si este libro encontrara otro   eso en su caso la novela es testigo y confesión, una construc­


 de sus sentidos salvando su nombre del olvido.  ción literaria para denunciar el occidente, que es una parte

 Porque lo cierto es que, frente a la memoria, hay que ha­  de su herencia. Como vemos  especialmente  en Ô vous frères

 blar de la resistencia al olvido. Tal vez esa es una importante   humains, se dirige a los otros, a lo interno del otro, para des­

 función de la literatura: llenar el olvido. Impedirlo. “Volve­  pertar en su interior al interlocutor, a los “humanos”, es de­

 remos” es lo que le dice el padre a la protagonista infantil de   cir, a la esencia humana, al hombre que somos a pesar de las

 mi novela. Lo dice cuando —abandonándolo todo— salen   diferencias. Esa relación con un interlocutor genérico es la

 de Tetuán hacia Madrid. Judíos sefaraditas que vuelven a Es­  constante en su obra porque Cohen escribe a los otros, como






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