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vertida y carente de conflictos, y esto ocurrió al mismo tiem- cial. A resultas de lo cual, la más o menos fogosa y variopin-
po que se instituía una democracia de baja calidad (355). ta intervención cultural aparece, bien como una plusvalía de
sentido que intenta suplementar una experiencia política sin
Epílogo: El 15-M sustancia, bien como la forma más auténtica de intervención
política —que, por descontado, no produce efectos políticos
Como he venido sugiriendo, la tradición liberal puede ser un materiales—, bien como ambas cosas a la vez.
banco de pruebas productivo para aquellos investigadores Por otro lado, trayendo a colación de nuevo el dato de
que estén interesados en pensar las relaciones que han veni- que la coyuntura presente es análoga en aspectos relevantes
do manteniendo desde la Gran Depresión la esfera de la cul- a la de los años de la Gran Depresión, se podrá compren-
tura y la de la política. Por supuesto, lo que hemos argumen- der que un valor añadido de nuestra investigación reside en
tado no puede ser más que una primera aproximación a un su previsible utilidad a la hora de dejar ver el alcance real de
asunto complejo. No obstante, las pesquisas realizadas nos la utopía liberal, o sea, la improbabilidad de un capitalismo
proporcionan algunos datos de interés que pueden orientar demo crático. Sobre todo, teniendo en cuenta que, ahora
las hipótesis destinadas a avanzar investigaciones futuras. mismo, el sueño liberal ha entrado en una crisis bien visible.
Entre estos datos, quisiera resaltar, para empezar, que toda Habrá que observar, pues, la reacción de los agentes sociales
reflexión sobre la esfera cultural es inseparable de la relación, que intervienen en el espacio público ante esta visibilidad,
implícita o explícitamente expresada, que tal esfera se pien- dado que, parafraseando al viejo humanista Antonio de Ne-
sa mantiene con la de la política. Por ello, se defienda o no brija, la cultura siempre fue compañera del imperio.
una identificación sin más entre ambas esferas, lo que resulta Con otras palabras, es muy probable que el discurso
más revelador es cómo se describe en última instancia la na- metacultural haya funcionado, tanto en su fase Kulturkri-
turaleza de la intervención política. En este sentido, el tras- tik —o sea, antes de la implantación de los medios de co-
fondo de toda discusión en la tradición liberal es el interés municación de masas— como en su fase cultural studies
por presentar como compatibles democracia y capitalismo. —con posterioridad a tal implantación—, a la manera que
Esto explicaría la obsesión por disminuir las intervenciones propone Mulhern, es decir, como una mediación que ofre-
políticas a prácticas rituales que dejen fuera de la discusión ce una resolución simbólica y metapolítica de las contradic-
pública el funcionamiento de la esfera económica. Por eso, y ciones de la modernidad capitalista (169). Pero, dicho esto,
en función de las circunstancias cambiantes del ciclo econó- conviene enfatizar que la intervención en el espacio cultural
mico, lo que se entiende por intervención pública de natu- —la producción de sentido— tiene, por su propia natura-
raleza cultural se hace fluctuar con bastante flexibilidad para leza, un impacto social amplio. Quiero decir que, aunque
embridar el principio democrático y su pretensión de orga- sea fácil establecer una distinción a nivel analítico entre es-
nizar la economía en base a los intereses de la mayoría so- pa cio cultural y espacio político, los significados y las con-
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Revist a de alces XXI Número 0 , 2012