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ra académica y el de la cultura popular—; y también con la   sin llegar a asimilarlas, ambas esferas y, por ello su trabajo

 prolongación de un discurso hegemónico y de su singular   se inscribe en la realidad de la insurgencia testimoniando la

 manera de dotar de significado a las palabras y de interpre-  transformación de la práctica académica, tendente a la abs-

 tar la realidad. Esta afiliación entre producción de discurso   tracción inactiva, en un ejercicio de vínculo y comunica-

 y posición de privilegio parece permear y definir un tipo de   ción. Como él mismo escribe:

 cultura y práctica académicas hechas al margen de la socie-

 dad. De hecho, si lo pensamos, la tendente acotación cien-  Los intelectuales de clase media tendemos a buscar ex-


 tífico-académica de personas y sociedades como objetos de   plicaciones peregrinas para justificar nuestra inacción,

 estudio (y no como interlocutoras) resulta en una clara ma-  creemos que hablar de los problemas es solucionarlos,

 nifestación de este proceso. El trabajo de Luis Martín Ca-  así nos socializan en estas universidades para ser obe-

 brera (LMC) entra de lleno en este debate y nos propone,   dientes. (162)

 mediante el testimonio de su propia transformación, recon-

 siderar la función pública del académico a partir de afirma-  Al abandonar los límites de lo establecido y optar por un

 ciones como las que cito a continuación:  ejercicio recíproco de mediación directa, el activista-profe-
         sor-investigador logra poner fin a la fricción entre el ser aca-


         démico/intelectual y el ciudadano políticamente compro-
 Habitamos un impasse que de momento no tiene so-  metido con su momento en la Historia. Para Luis está claro:
 lución, podemos seguir horas discutiendo sobre la re-

 presentación, pero mientras tanto Cristina sigue depor-  se trata de ensayar, recordando con Gramsci, un modelo
 tada, miles de personas son deportadas todos los días,   herético-académico de mediación que ilumine y sirva de

 familias rotas, vidas perdidas. (162)   puente entre la sociedad civil y su organización política. Por

         otro lado, reconocer que intelectuales somos todas las per-

 ¿De qué sirve escribir una tesis, producir conocimien-  sonas y que lo que nos diferencia es la función que cada cual

 to, escribir sobre la pobreza en el mundo si no podemos   desempeña en la sociedad, resulta el punto de partida de un

 cambiar una situación como ésta? En efecto, se me ha-  trabajo que registra la existencia de una inteligencia colec-
 bía quebrado el imaginario para siempre. (153)
         tiva cargada de potencial transformador. Como demuestra

         en repetidas ocasiones a lo largo del ensayo, el diálogo con

 Frente a la postura académica que se manifiesta reticente   activistas de diferentes lugares, compartiendo experiencias

 a abrir el espacio universitario al debate de cuestiones polí-  y afectos, genera vínculos entre diferentes y, en esa unidad

 ticas; la posición desde la que elige escribir LMC rebela una   plural, va cuajando la subjetividad política del “ser cual-


 decisión de continuar los intereses académicos en las nece-  quiera” —esa categoría que se niega a sí misma para abrirse

 sidades de la sociedad civil y viceversa. Su labor reconcilia,   a sus muchas posibilidades—.







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 Revist a   de   alces   XXI                                  Número  3 , 2016-2017
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