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En su artículo “¿Por qué no gusta el cine español?” de                                                              sido considerados por parte de la crítica en España como un

         2008, el historiador y crítico cinematográfico Román Gu-                                                                “segundo capítulo” de la Escuela de Barcelona. Al igual que

         bern ofrece algunas hipótesis para tratar de explicar la deba-                                                          otros influyentes grupos de intelectuales de la década de los

         tida cuestión del desencuentro entre los cineastas españoles                                                            60, como el colectivo Tel Quel en Francia o el Gruppo 63

         y el público español. Primeramente, habría que señalar que                                                              en Italia, el grupo de cineastas y artistas pertenecientes a la

         hasta un 70% de las películas en las carteleras españolas son                                                           Escuela de Barcelona adoptó una actitud vanguardista de

         norteamericanas; esta presencia hegemónica tendría unas                                                                 experimentación formal que rechazaba los modos de repre-


         consecuencias asimismo en la formación del gusto de los                                                                 sentación del cine de crónica social neorrealista (Galt).Para

         espectadores. Según una encuesta de 2004, las preferencias                                                              la Escuela de Barcelona, la búsqueda y revalorización de un

         del público español eran el cine de la conmoción (es decir,                                                             lenguaje autónomo estaba íntimamente ligada con el con-

         el eje acción-aventuras-ciencia ficción) y el cine de la diver-                                                         texto de totalitarismo político e ideológico que aún impera-

         sión (es decir, el eje de la comedia); ambos ejes, muy acor-                                                            ba en la España franquista de la época.

         des con la oferta norteamericana. Pero además de la presen-                                                                 Ahora bien, con frecuencia, las propuestas de la Escue-

         cia hegemónica de las producciones estadounidenses en las                                                               la de Barcelona fueron categorizadas por la crítica como de


         salas de cine españolas, Gubern concreta otros agentes de                                                               meras experimentaciones formales sobre el lenguaje cine-

         desconexión entre la producción y la recepción en España:                                                               matográfico, cuya incidencia en el plano político ocupaba

         en primer lugar, la producción española sería excesivamente                                                             sólo un papel residual.  De manera que cabría preguntarse,
                                                                                                                                                                         3
         abultada en relación con su mercado nacional; en segundo                                                                ¿qué supone hablar de “segundo capítulo” de la Escuela de

         lugar, compondría una oferta demasiado diversificada; y en                                                              Barcelona hoy en día para este otro nuevo movimiento de

         tercer lugar, desde la época de subvenciones al cine de autor                                                           cineastas? Y centrándonos únicamente en la figura de Ro-

         de Pilar Miró durante los años 80, habría ido desarrollán-                                                              sales, ¿de qué manera se articulan en su obra las complejas

         dose al margen de los gustos del gran público.                                                                          relaciones entre la exploración poético-estética y la discur-

             En este contexto, el cine de Rosales se mueve a contraco-                                                           sividad política?


         rriente de las formas convencionales establecidas por el ca-                                                                Antes de proponer algunas respuestas a estos interrogan-

         non de Hollywood. Para el autor de La soledad, su obra es                                                               tes a partir del análisis detallado del film de Jaime Rosales,

         un medio de exploración del lenguaje cinematográfico que,                                                               podemos esbozar una síntesis del marco de relaciones cine-

         lejos de ser un producto acabado para el consumo del es-                                                                matográficas con el que interactúa este movimiento. En este

         pectador, se convierte en un soporte con espacios abiertos                                                              sentido, el denominado “segundo capítulo” de la Escuela de

         que invitan a su participación. Debido a esta exploración

         de un lenguaje autónomo diferente, tanto Rosales como sus


         compañeros de movimiento Guerín, Recha y Lacuesta, han                                                                  3  Véase el trabajo clásico sobre la escuela por Riambau y Torreiro, La Es-
                                                                                                                                 cuela de Barcelona: el cine de la “gauche divine”.





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                Revist a   de   alces   XXI                                                                                                                                           Número  3 , 2016-2017
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