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nomía (2011); más tarde a favor de la soberanía y la inde-                                                              do. En esta primera etapa Franco es visualizado en blanco

         pendencia (2012, 2013); y, finalmente, ya explícitamente a                                                              y negro —como si de una imagen salida de un televisor de

         favor de la independencia (2014). A lo largo de los años y                                                              los años sesenta/setenta se tratara—y con un físico corres-

         desde su inicio Polònia sintomatizará este proceso, reflejan-                                                           pondiente al del dictador en los años del tardofranquismo.

         do progresivamente tanto el imaginario y deseo político de                                                              La imagen de anciano con agallas que presenta el personaje

         su audiencia como su creciente irritación ante las constan-                                                             se mantendrá a lo largo de los años. Cambiará sin embar-

         tes pullas provenientes del Partido Popular, siempre negado                                                             go su color, que pasará de los grises televisivos de los años


         a una alternativa política catalana.                                                                                    del tardo-franquismo al presente colorido, incluido el color

             Conforme avanza el desconcierto, más se polarizará en                                                               marrón-verde del uniforme militar del Caudillo. Y cambia-

         Polònia la división de espacios entre la Generalitat y la Mon-                                                          rá también, progresivamente, la participación del personaje

         cloa. El programa irá asumiendo una a una las etapas en que                                                             y su intervención en los hechos políticos presentados. Así, si

         irán creciendo la perplejidad y el desencanto de su audien-                                                             el Franco-personaje aparecía en escena en los primeros años

         cia tanto respecto a la ineptitud del espacio político catalán                                                          del programa inmovilizado en posición ecuestre y ubicado

         para resolver el impase del Estatut como, y sobre todo, del                                                             en un tiempo virtual anterior, conforme el poder del Par-


         de la Moncloa, comprometida de lleno con el gobierno del                                                                tido Popular avanza en su hegemonía con una mayoría ab-

         Partido Popular en una descarada centralización neo-liberal                                                             soluta en el Congreso, el personaje va poco a poco bajando

         al servicio del mercado libre. El programa irá entonces pro-                                                            del caballo e interaccionando con el tiempo político con-

         gresivamente identificando los ataques del Partido Popu-                                                                temporáneo.

         lar hacia las reivindicaciones catalanas con arcaicas políticas

         franquistas.
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             Tal progresión se constata, por ejemplo, en los estupen-

         dos gags que sobre Franco ha ido personificando el exce-

         lente actor Manel Lucas a lo largo de los años. En los años


         del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero,

         Franco es presentado en clave de humor ligero, un perso-

         naje-fantasma, un rastro histórico, aleatorio y casi periclita-








         21  En Polònia, la evocación con el franquismo no es nostálgica —ni a fa-
         vor ni en contra—. No cabe entonces en lo que Palmar Álvarez ha lla-                                                                      Franco (el actor Manel Lucas) como estatua ecuestre
         mado con gran intuición “el virus” de la nostalgia, síntoma de la exten-

         sión de la denominada popularmente memoria histórica (28).





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