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normativo en el difuso terreno del mal intrínseco a la na-                                                              na barrera aunque lo parezca; no se involucra en lo contro-

         turaleza humana, o del horror inexplicable, a extirpar con                                                              vertido a pesar de pretenderlo; y, finalmente, no resuelve

         la mojigatería moral propia de la época. Sin dialogo social                                                             el problema planteado sino que lo contiene dentro de los

         en una esfera pública digna de ese nombre, la desviación no                                                             cauces más estrechos de lo establecido. Este tipo de cruel-

         asimilable queda condenada a manifestación excesiva, anó-                                                               dad —a pesar de pretender sacudir las conciencias mejor


         mala y subversiva para el buen funcionamiento social. Por                                                               asentadas, de aquí el apelativo de cruel— es un “espectácu-

         el otro lado, lo posmoderno como actitud desconfía cerril-                                                              lo inofensivo” (54), relacionado con el entretenimiento sin

         mente de lo político como encuentro entre diferentes —                                                                  ninguna exigencia (36), una “crueldad moralizante” (52)

         con razón o no es otra cuestión— relativizando todos los                                                                encaminada a sancionar más que a indagar en lo existente.

         discursos: todo es válido, se nos viene a decir, o lo que es lo                                                         Sobra decir que sus propósitos sostienen las morales y usos

         mismo, ninguno importa. Claro que, en esta seudo igual-                                                                 de poder establecidos, buscando adormecer al lector, anes-

         dad entre discursos, las narrativas legitimadoras del poder                                                             tesiarlo, convertirlo en un ciudadano conformista.

         y de lo hegemónico moral salen mucho mejor paradas que                                                                      A su lado, la crueldad ética abre el espectro de opciones

         aquellas con menores facilidades mediáticas de comunica-                                                                contempladas por el espectador o lector, de aquí lo ético,


         ción. La consecuencia volverá a ser la canalización de lo di-                                                           al enfrentarlo cara a cara con los laberintos más oscuros de

         sidente —de lo íntimo no normalizado, de las pasiones y                                                                 sus deseos o subjetividad, de aquí la crueldad. Esta crueldad

         deseos menos confesables— hacia los afueras de lo conside-                                                              ética, a la cual se dedica la mayor parte del ensayo, es ins-

         rado normal donde se encuentra lo marginal, lo subterráneo                                                              trumento para explorar la realidad (54), o se niega al entre-

         o lo oculto a las miradas bien pensantes.                                                                               tenimiento intrascendente, porque la indagación del lado

             La crueldad como estrategia artística, según Ovejero, ven-                                                          menos reconfortante está reñida con la risa fácil o con ma-

         dría a echar luz sobre esa parte de cada uno de nosotros, o                                                             tar el tiempo sin consecuencias. Aboga por cambiar los va-


         de la colectividad social, suprimida cuando no simplemente                                                              lores de los lectores (61) mediante la provocación, mediante

         eliminada por no ser del todo reducible al status quo moral                                                             la confrontación con esa parte de cada cual dejada de lado,

         o político. El autor distingue entre una crueldad conformis-                                                            perdida por los pliegues inconscientes más recónditos. Para

         ta (32) frente una crueldad ética (61). La primera se enfoca                                                            la crueldad ética no hay redención posible, no hay conso-

         en actitudes que aun siendo no convencionales, quizás an-                                                               lación al final del recorrido por el camino cruel. Posee un

         tisociales, terminan por ser encauzadas dentro de los valores                                                           “impulso destructivo” (74) que, sin embargo, “no se con-

         predominantes. Se estaría hablando de producciones artís-                                                               forma con dejar a su paso un paisaje de escombros” (74). A


         ticas que incluso atreviéndose con situaciones controverti-                                                             pesar de ser esta crueldad una “ideología de la negación, sin

         das, después de analizarlas las devuelven al redil de lo más                                                            dogmas, sin ideales, sin promesas” (90), no nos conduce in-

         convencional. Esta crueldad conformista no rompe ningu-                                                                 defectiblemente a quedar varados en los paisajes personales






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