Page 334 - Revista1
P. 334

Es  efectivamente  desconcertante  cuando  confrontamos                                                                 nio para cuya obtención es necesario el sometimiento coti-

         el comportamiento de un individuo (de cada uno de no-                                                                   diano de un país; invertimos nuestros modestos ahorros en

         sotros)  con  el  de  este  mismo  individuo  integrado  en                                                             una cuenta y los a su vez modestos beneficios (“haz que tu

         la  masa,  con  el  comportamiento  inmoral  del  conjun-                                                               dinero trabaje”) provienen del caos de los mercados finan-

         to  social.  Existen,  pues,  distintas  escalas  en  el  compor-                                                       cieros y de las terribles consecuencias que su caprichoso de-

         tamiento  moral.  Günther  Anders  aborda  certeramente                                                                 venir causan a lo largo del ancho mundo, quién sabe dónde.

         esta  cuestión  en  una  carta  dirigida  al  entonces  presiden-                                                       Ese sutil terror de la participación, como decía Anders. Mien-


         te Kennedy, en la que apela a éste a hacerse cargo de la                                                                tras tanto, los ciudadanos occidentales además aprovecha-

         terrible injusticia que se estaba cometiendo con Eatherly:                                                              mos el rato libre para dar lecciones de moral y decencia al

                                                                                                                                 mundo entero. ¿Tiene sentido todo esto?
                Comportarse de forma irreprochable en la vida privada no es
                gran cosa, pues en esta esfera la costumbre suele sustituir a la                                                     Como dice Kubrick, se hace necesario realizar un enor-

                conciencia. Es para enfrentarse al sutil terror de la participación                                              me esfuerzo intelectual y emocional para asimilar todo eso
                para lo que se requiere una auténtica autonomía moral y un ver-                                                  y poder actuar en consecuencia. Precisamente él, en una

                dadero valor cívico.                                                                                             apasionante y enjundiosa entrevista que le hizo en los 60 la


                Hoy es posible llegar a ser inocentemente culpable.                                                              revista Playboy (sí, hasta las revistas eróticas de antaño te-


                                                                                      Günther Anders,                            nían más chicha que algunas publicaciones supuestamente

                                                  Más allá de los límites de la conciencia,                                      sesudas de nuestra actualidad), aborda esta descorazonado-
                                                                                           Paidós, 2003.                         ra perspectiva.



         Pensemos en la inquietante pasividad mostrada por el pue-                                                                      PLAYBOY: Si la vida carece tanto de sentido, ¿vale la pena vivirla?

         blo alemán durante el nazismo ante la barbarie cometida

         a su alrededor y en su nombre. ¿No existe acaso, salvan-                                                                       KUBRICK: Sí. Para aquellos de nosotros que de alguna mane-

         do ciertas diferencias, una equidistancia clara entre aquella                                                                  ra conseguimos enfrentarnos a nuestra mortalidad. La gran ca-
                                                                                                                                        rencia de sentido de la vida obliga al hombre a crear su propio
         mansedumbre moral, tan denigrada con el tiempo, y la que                                                                       significado. Los niños, por supuesto, comienzan la vida con una


         muestra el ciudadano occidental al ignorar, día tras día, y a                                                                  capacidad innata de maravillarse, de experimentar alegría total

         menudo voluntaria e interesadamente, la consecuencia de                                                                        por algo tan simple como el verdor de una hoja. Pero a medi-

         nuestras dinámicas colectivas? Hoy en día nuestros más ba-                                                                     da que crecen, el conocimiento de la muerte y la decadencia co-

         nales actos cotidianos conllevan una injusticia estructural,                                                                   mienza a afectar a su consciencia y debilita sutilmente su placer
                                                                                                                                        de vivir, su idealismo y su asunción de la inmortalidad. A medi-
         humana y ecológica, de una escala nunca antes concebible                                                                       da que un niño madura, ve la muerte y el dolor en su entorno

         en la historia. Enchufamos el ordenador y 300 kilómetros                                                                       y comienza a perder fe en la fe y en la bondad innata del hom-

         más allá una central nuclear combustiona una barra de ura-                                                                     bre. Pero si es razonablemente fuerte, y afortunado, puede sa-

                                                                                                                                        lir de este crepúsculo del alma en un renacimiento del ímpetu





      334                                                                                                                                                                                                                             335
                Revist a   de   alces   XXI                                                                                                                                                       Número  1 , 2013
   329   330   331   332   333   334   335   336   337   338   339