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“Hoy en día nos resulta más fácil imaginar el total deterioro de                                                 mulación de anécdotas y relatos puntuales que, con el paso
                la Tierra y de la naturaleza que el derrumbe del capitalismo...                                                  de muchas generaciones, se iban afianzando como sustra-


                                                                                                                                 to cultural o sistema de creencias de un grupo humano. En
         Eso escribe Fredric Jameson en Las semillas del tiempo. Si                                                              tiempos remotos, esas invenciones (que expresan la mane-


         eso no es un pensamiento colectivo utópico, ¿qué lo es? Y                                                               ra de ser de un colectivo al mismo tiempo que lo moldean

         luego añade, con pesadumbre:                                                                                            para que se ajuste a ese ser) correrían a cargo, seguramente,

                                                                                                                                 de los individuos más creativos y con mayor influencia del

                ...puede que esto se deba a alguna debilidad de nuestra imagi-                                                   grupo, a menudo los hechiceros, curanderos o sacerdotes.

                nación.”                                                                                                         Más tarde sería el poeta o el rapsoda, como Homero, el en-


                                                                                                                                 cargado de componer los relatos fundacionales de una cul-
         Mito 3: La naturaleza humana                                                                                            tura, hasta tal punto incuestionables que en aquella época

         En última instancia, no cabe mucha esperanza de lograr, ni                                                              los poemas épicos la Odisea o la Ilíada eran tomados lite-

         tan siquiera de imaginar, algo distinto, algo mejor, más jus-                                                           ralmente como libros de historia. Algo similar sucede, por

         to y cabal, pues el ser humano es esencialmente imperfecto                                                              ejemplo, con ese compendio algo caótico e improvisado de

         y tendente siempre al egoísmo y a dejarse llevar por sus ins-                                                           relatos, entre lo fantástico y lo tedioso, que conforma La


         tintos más insensatos. El sistema actual, democrático, libe-                                                            Biblia, y que no sólo durante siglos y siglos ha sido tomado

         ral y de mercado, es sin duda alguna el que mejor se ajusta                                                             universalmente (en nuestra civilización) como verdad abso-

         a esa caprichosa naturaleza nuestra.                                                                                    luta, sino que aún hoy día supone la referencia fundamen-


                                                                                                                                 tal para cientos de millones de personas en el mundo, y no
                Si en efecto el hombre es un lobo para el hombre, quitémonos                                                     precisamente por su originalidad artística o por la incues-

                las máscaras, pongámonos las pieles y aullemos a la luna, una                                                    tionable belleza de sus pasajes más poéticos.

                última vez, antes de la gran carnicería.
                                                                                        Prodan Lecrou.                               Así pues, ¿de dónde emanan estos mitos nuestros? ¿Qué
                                                                                                                                 rapsodas, hechiceros o sacerdotes han abierto su ingenio a

         Estos serían, a mi entender, los tres mitos primordiales a                                                              las musas del más allá para alumbrarnos con estas Tres Ver-

         los que todos lo relatos actuales remiten en último térmi-                                                              dades Como Puños que acabamos de enumerar?

         no, y creo que en ello posiblemente estaríamos de acuerdo                                                                   Para aquellos que han entregado su fe a estos nuevos mi-

         tanto los defensores como los detractores de estas ‘verdades                                                            tos, su origen es, por así decirlo, natural, fruto del devenir


         incuestionables’. Ahora bien, tal vez no coincidiremos tan                                                              humano y de su maduración a lo largo de siglos de historia

         unánimemente a la hora de determinar su origen.                                                                         convulsa. Algo tan natural como el adolescente que, llegada

             Antiguamente, o incluso hoy día en alguna tribu remota,                                                             cierta edad, cobra conciencia por sí mismo de la ingenuidad

         si es que aún existe alguna, los mitos se generaban de la acu-                                                          aún infantil con la que ha ordenado su mundo hasta aho-







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                Revist a   de   alces   XXI                                                                                                                                                       Número  1 , 2013
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