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1. De lo que dijo y dice el pensamiento.  El disfrute de este paisaje y de la sociedad que encierra —

         pureza de costumbres— es lo que atrae la atención de escri­

 La temática del despoblado, con ser clave en la literatura es­  tores y artistas, quienes retratan y describen la naturaleza en


 pañola reciente, además de echar raíces en la problemática   sus obras como el ejemplo más puro de vida, pero, también,

 social y  anímica,  posee  otros asideros. Por  ejemplo, en los   como el complemento del ocio en una sociedad atomizada

 movimientos filosóficos derivados del romanticismo que   en la ciudad. En gran medida, por todo ello, en el siglo XX,

 cambiaron el concepto de la naturaleza del mundo rural. Y,   acompañando a conceptos del ocio o del bien común, los va­

 en especial, su concepción de la vida en montañas, valles y   lles y las montañas pasan a ser realidades de corte artístico. Y


 parajes incomunicados o agrestes. Con el romanticismo, la   en esas realidades, como mínimo, además del paisaje idílico,

 naturaleza comienza a perder su condición inhóspita para la   encontramos otros dos tratamientos literarios de interés: El

 vida de quienes en ella habitan —orografía adversa, cerrazón   del paisaje codiciado y el del paisaje abandonado.
                El primer concepto contiene la denuncia artística. Una
 ambiental y comunicativa, etc.—. Desde el exterior, el mun­  denuncia que surge frente a los abusos de la especulación des­

 do rural es visto como una realidad positiva para el hombre,    tructiva —sea estatal, caso de pantanos, sea privada, caso de

 dado que permite disfrutar de la belleza del paisaje, de lo pe­  urbanizaciones— y que, consecuentemente, se convierte en

 culiar de su clima, vivir en paz y alejado de tráfago…    apoyo a su conservación (Parques nacionales, por ejemplo.).


 Pero, junto a un disfrute espiritual —nacido al socaire   El segundo permite la evocación literaria que, con nostal­

 del ocio de la sociedad burguesa, cada vez más poderosa a   gia o sin ella, nace frente al abandono de un territorio y de

 partir del siglo XIX—, también se retoman viejos concep­  sus formas de vida. Un abandono que es producto del decli­

 tos de carácter idílico, entre ellos, el clásico, fons vitae, puesto   ve sufrido por el mundo agro­silbo­pastoril conforme avan­


 que el mundo rural posibilita la subsistencia gracias a los re­  za el siglo XX. Una crisis que empuja hacia la emigración en

 cursos necesarios que se dan en sociedad agro­silbo­pastoril.   busca de una subsistencia más fácil, ofrecida por la ciudad y

         sus industrias. Así nace el paisaje del abandono, esencia de la


         temática del despoblado.




 (2001), de José María Feliu; Jánovas: víctimas de un pantano (2004),   2.  De lo que transmite la histora más reciente
 de Marisancho Mejón; Los pueblos dormidos (2010), de Elisa Plana —
 textos—, Alfonso López y Eduardo García —fotografías—.

 -Investigaciones: Pueblos deshabitados del Alto Aragón: estudio de la comarca   Actualmente, en la Península Ibérica, las tradicionales cau sas

 del Sobrarbe (1983), de Pedro Miguel Bernard y José Manuel Castellano   del abandono de un núcleo habitado —merma de su con­
 Oñate; La Solana: vida cotidiana en un valle altoaragonés (1999);  dición estratégica, azote de pestes y hambrunas o efectos de
 -Vídeos: ¿Por qué dixamos o nuestro lugar? (2003), de Carlos Baselga;   la guerra, entre otros condicionantes—, apenas tienen que

 Pueblos fantasmas (2002), de José Mª Cuesta y Jean Jiménez.





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