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Actualidad

Dos claves para el análisis (político) de la cultura: Las escalas espacio-temporales y las configuraciones de poder – Seminario organizado por Óscar Pereira-Zazo

By agosto 28, 2019marzo 21st, 2023One Comment

Este seminario propone dialogar y trabajar en torno a dos asuntos interrelacionados que se presentan a continuación en forma de premisas:

  1. Las explicaciones e interpretaciones robustas de los objetos y procesos culturales dependen del estudio cuidadoso de los marcos temporales y las unidades geoculturales en que tales objetos y procesos son susceptibles de inscribirse
  2. La idoneidad de las unidades geoculturales o de los marcos temporales postulados en una indagación puede aclararse mostrando en que configuración de poder realmente existente operan y cobran sentido

Como se puede observar, estas premisas establecen una relación productiva entre el análisis cultural y el examen del poder. Un planteamiento que, por lo demás, es habitual en la tradición marxista y en los estudios culturales influidos por ella. No obstante, tal como se presenta aquí, esa relación pasa por considerar cuál sea la escala espacio-temporal más pertinente para el objeto o proceso cultural investigado. El objetivo es evitar que la noción de ‘poder’ funcione como una abstracción sin referente. Dos apuntes pueden precisar mejor la idea.

Si desagregamos el funcionamiento del ‘poder’ en algunas de sus dimensiones —por ejemplo, poder subjetivo, poder cultural, poder político, poder económico—, es fácil entender que el ‘poder’ reside en una pluralidad de escalas espaciales conectadas de manera más o menos abigarrada. Así, para investigar de forma comprehensiva cualquier objeto cultural —novela, film, serie de televisión, políticas culturales, etc.— puesto en circulación recientemente, habrá que partir de un mapa que especifique centros y nodos subordinados del poder cultural global. Este poder, cabe añadir, no reside necesariamente en los mismos sitios en que se localiza el poder económico, o el poder político o el subjetivo. Es decir, en el mapa del poder actual, los centros del poder están desacoplados. Nos encontramos alejados, por tanto, de los mapas del poder previos a la globalización económica o al desarrollo de las instituciones políticas y económicas de la Unión Europea, es decir, cuando todo el poder se ubicaba al parecer en el interior de las naciones-estado.

Si, por otro lado, admitimos con Ranajit Guha que las sociedades se caracterizan por una determinada composición orgánica del poder que varía según sea el peso relativo de la coerción y la persuasión en las relaciones de dominación, y el de la colaboración y la resistencia en las de subordinación, percibiremos mejor que en la sociedad actual coexisten prácticas y sentidos —ideologías, visiones del mundo, cosmovisiones— con ritmos de cambio y orígenes históricos diversos. Por ejemplo, no se puede concebir la subordinación de los subalternos sin la asimilación inconsciente de pautas de conducta y de comprensión de uno/a mismo/a de antigua y tradicional raigambre. Igualmente, para comprender los fenómenos de resistencia y rebelión conviene prestar atención preferente al corto plazo histórico, ya que suelen asentarse en tomas de conciencia que rompen con hábitos sedimentados en el medio y en el largo plazo. En definitiva, se puede argüir que cuando nos acercamos al poder en su expresión espacio-temporal resulta más sencillo sustanciarlo empíricamente, asunto relevante pues se trata de un concepto que en muchas ocasiones funge de significante vacío.

Otra ventaja añadida que quiero señalar para completar este primer esbozo del seminario tiene que ver con la correcta periodización de los fenómenos culturales. La tendencia a periodizar de espaldas a las grandes transformaciones políticas y sociales, a los procesos históricos de subjetivación e, incluso, de espaldas a una naturaleza humana que tiene su propia historia es un legado que las distintas encarnaciones de los estudios culturales recibieron de una historia literaria excesivamente dependiente del nacionalismo decimonónico y sus relatos. Resulta curioso, entonces, que los estudios culturales, supuestamente desprendidos de las pesadas losas de la modernidad, sigan aferrados a los dos últimos siglos como a un clavo ardiendo.

La apreciación es válida incluso cuando la periodización tiene cierto fundamento. Estoy pensando en una de las tendencias más recientes de los estudios culturales, el ecocriticismo. Puesto que la noción de ‘ecosistema’ ve la luz a lo largo del siglo XIX, tiene sentido que volquemos nuestro interés en investigar cómo la producción simbólica reciente se va haciendo eco de la toma de conciencia de la interrelación homeostática de los seres vivos en su medioambiente. Ahora bien, lo que ya no tiene tanta justificación es estudiar la producción simbólica de otras épocas o incluso de otras culturas no occidentales con categorías como la de ‘sensibilidad proto-ecológica’ o similares. Dado que los seres humanos, al igual que otros animales, se adaptan a su medio ambiente sí o sí, no parece muy razonable discriminar cualitativamente la experiencia sensible. Es decir, la sensibilidad tiene que ver con procesos biológicos básicos como son la sensación y la percepción, de forma que la sensibilidad ecológica o ambiental la hay en todo tiempo y lugar con independencia de que sus efectos nos parezcan mejores o peores. Mucho más productivo resulta periodizar y distinguir utilizando términos como el de ‘imaginación’. Me explico: siendo la imaginación una capacidad cognitiva que permite a los humanos relacionarse no solo con el aquí y ahora, sino también con el más allá del espacio inmediato y con el antes y el después del momento presente, el análisis de cómo se transforman las metáforas, imaginarios y narrativas de que se vale la imaginación para desenvolverse en el espacio-tiempo puede facilitar una mejor comprensión histórica y, por tanto, una mejor periodización de cómo han vivido los seres humanos su relación tanto con lo cercano y concreto como con lo lejano y abstracto.

Por descontado, el ecocriticismo no se detiene en el análisis de la semiosis en sus diversas manifestaciones históricas. Ha de ir más allá para adentrarse en las prácticas sociales y la configuración de poder que están detrás de la producción, circulación e intercambio de sentidos y significados en un tiempo y lugar determinados. Parece lógico, pues, que haya una homología entre la organización espacio-temporal de las distintas configuraciones del poder y las metáforas, relatos e imaginarios de que se vale la imaginación para delimitar las interacciones de los seres humanos con otros seres vivos y sus entornos.

En fin, el marco para debatir que os propongo es lo suficientemente amplio como para admitir una gran variedad de proyectos de investigación.

 


Organizador

Óscar Pereira-Zazo

The University of Nebraska–Lincoln

opereira1@unl.edu