Desde una perspectiva institucional, el discurso en torno al desencanto ha sido examinado como un sinónimo de ese sentimiento de desilusión/decepción con respecto a la manera en que la democracia, en forma de una monarquía parlamentaria, se fue desarrollando después de la dictadura franquista. Tal discurso, emparejado con un afán normalizador en la esfera cultural, ha generado una mirada en torno al desencanto cargada de tintes negativos. Sin embargo, durante las décadas de los setenta y ochenta, el término “desencanto”, su significado político y su orientación movilizadora o desmovilizadora se encontraban en plena disputa, estando vinculado el término, por un lado, a la “locura”, esto es, a las actitudes disidentes que quedaban fuera de la “cordura oficial” (en palabras de Haro Tecglen); y, por otro, a la ruptura ante el “encantamiento” (pensando con Haro Ibars), es decir, el hechizo en el que gradualmente se sumergieron las élites políticas españolas. Será durante la primera mitad de los ochenta y desde la tribuna de El País cuando el desencanto se empiece a usar como sinónimo de apatía (Paramio), sentimiento que canaliza esa insatisfacción a la que nos referíamos al principio y cuyo significado está mucho más próximo a un determinado discurso institucional.
Otros discursos, aunque también institucionales, han favorecido, por el contrario, una mirada hacia el desencanto como si de una narrativa de liberación se tratara, cuyo leitmotiv es precisamente la espectacularización de una libertad definida de manera un tanto ambigua. Un ejemplo en este sentido es la movida, que ha venido a representar el epítome de la diversión más frívola, materialista e individualista–años en los que, además, empieza a aparecer el término “pasotismo” y a usarse como reclamo la figura del “pasota” en discursos electorales (como en la campaña de las elecciones generales de 1982); o el destape, más enfocado en una supuesta liberación de la mujer y del cuerpo femenino, rastreable no solo en el cine de la época sino también en las portadas de la revista Interviú, que empieza a publicarse en 1976.
Estas interpretaciones, sobre todo vistas por separado, nublan cualquier análisis del propio término “desencanto” en tanto que soslayan su complejidad y distorsionan el capital cultural y simbólico que iba generando a su paso. Teniendo en cuenta este panorama, en este seminario proponemos trazar una genealogía de los procesos de uso de este término en específico para desvelar los significados adoptados durante los años de transición a la democracia y su instrumentalización durante las décadas siguientes. Trataremos, por tanto, de llevar a cabo un trabajo atento de archivo, acompañado de un análisis concienzudo de las negociaciones y estrategias que conforman el campo de la memoria cultural de la transición.
Organizadorxs:
Almudena Marín Cobos
Luis López Carrasco
Santiago de Compostela, 17-19 julio 2024
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