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cos de las fiestas funk de barrio se convirtió en un instru- todo. El día que integren algo o que algo de aquí los inte-
mento musical. gre realmente, surgirá el agente que deberá protagonizar lo
Esta evolución también puede observarse en el flamenco. nuevo. Así que quizás debamos esperar todavía una década
De unas capas desarraigadas, el pueblo itinerante gitano. para verlo, ¡si es que nos queda mundo!
De un mestizaje, con elementos moriscos, judíos y penin- Quien cree lo nuevo deberá ser alguien capaz de asimi-
sulares. En unos lugares donde se disfrutaba, los Cafés Can- lar la tradición europea con la cultura urbana del hip hop,
tantes. Por supuesto, con alcohol, financiado muchas veces con las tradiciones africanas, o americanas o del este. Y que
por el payo con dinero que propiciaba la fiesta. Y, para ter- acompañe a la sociedad más popular en su movimiento po-
minar, por la adopción de la guitarra, que estructuró el es- lítico nuevo… Sin embargo, la última expresión hip hop, el
tilo y lo llevó de ser una expresión étnica a algo universal. trap, parece que tiene poco de político, y todo de hedonis-
Pero también hay un rasgo principal. La música popular mo. Reivindicando el consumo como valor de vida, parece
negra se baila. En realidad, toda la música popular se baila. transitar cómodo por los cimientos del sistema capitalista
Y cuando deja de hacerse, es que ha dejado de ser popular. neoliberal y financiero global y dictatorial. El trap, desde la
Y, además, estas culturas populares llenas de vida y siempre frontera material de ese sistema, parece que ansíe ser como
transgresoras, con sus letras, música y bailes, en un princi- quien le margina desde niños. Así que no sé si puede legí-
pio suponen un escándalo al medio cultural anterior hege- timamente abanderar una revolución proletaria. O quizás
mónico que ya ha sucumbido a la ortodoxia. sí…
Llegados a este punto, y observando nuestra realidad, de- ¿Y cuáles son los lugares que frecuenta la juventud? La ju-
beríamos poder vislumbrar por dónde puede venir una nue- ventud ya no se reúne en locales. Parece que vuelve la tra-
va explosión cultural arraigada en las clases populares. Y en dición más africana o indígena de hacer la fiesta en la plaza.
los movimientos populares que existen a mi alrededor, no Muchos se reúnen fuera de la ciudad, alrededor de un coche
percibo estas condiciones previas. que sirve de discoteca móvil, herencia del bacalao. Se lleva
Las capas precarizadas o desarraigadas de nuestra socie- el botellón. Porque todo esto es más barato. Y estamos en
dad no somos nosotr@s ni nuestr@s hij@s, lo son las de los una profunda crisis económica sistémica, no podemos ol-
migrantes de última generación. Los y las hijas de los ameri- vidarnos. Fuman yerba porque en los bares está prohibido
canos, africanos y europeos del este, sin olvidar a los ruma- fumar, y si quieres hacerlo, debes hacerlo en la calle. Y de-
nos. Con un poco más de libertad que sus mapadres para bemos atender las Casas de Apuestas, porque son un nuevo
poder crear en vez de solo trabajar. Con un poco más de lugar de ocio, y quién sabe en qué acabarán convirtiéndo-
seguridad material. Pero socialmente y desde la cuna, des- se y generando. En general, de momento, por lo que yo co-
arraigados de su universo en otro que no les trata bien del nozco, los gustos de la juventud son o bastante tradiciona-
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Revist a de alces XXI Número 4 , 2019-2020