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je que, además, junto a la realidad de la vivencia, posee una                                                           De ahí que ese mundo rural en extinción, con su naturale-

         doble capacidad al aunar la mirada (nunca exenta de memo-                                                               za y con su cultura, se haya interiorizado y conforme parte

         ria) del escritor y la oralidad de la que emanan la mayoría                                                             del paisaje interior de los autores. Y sucede así porque éste,

         de las anécdotas que componen sus creaciones. Un paisaje,                                                               sin duda, es consustancial a ellos mismos, por su biografía

         físico y vital, que, cuando menos, actúa, por un lado, como                                                             y dadas sus peripecias humanas.  El azar del nacimiento
                                                                                                                                                                                            3
         un protagonista más en las historias narradas, sobrepasando

         con creces el simple requisito ambientador con el que aco-                                                              ral o no, como Dulce Chacón (La voz dormida), Justo Vila (La agonía


         ger o envolver una historia, y, por otro, sirve como resorte                                                            del búho chico), etc.

         reflexivo de índole diversa.                                                                                            En el caso concreto de Aragón, habría que tener presente, como míni-
                                                                                                                                 mo, a Alfonso Zapater (Albalate del arzobispo, 1932) por sus dos nove-
             Este paisaje “protagonista”, unido al potencial de la me-                                                           las con temática de abandono rural (El pueblo que se vendió, y Siembra,

         moria (que se alimenta del olvido), se muestra vital en el                                                              ambas de 1978) y al poeta, narrador y cantautor José Antonio Labor-

         seno de la creación de algunos escritores que, habiendo na-                                                             deta. En este último, tanto su poesía (caso del poemario Monegros, por

         cido en el mundo rural de la España reciente (en especial,                                                              la importancia del paisaje) como sus canciones (LP Cantar y callar) se
                                                                                                                                 configuran, cuando menos, como hito al sentar las bases de la toma de
         de los años 40 a los 60 del siglo XX), se vieron empujados,                                                             conciencia por parte de los escritores más jóvenes acerca del derrum-


         por fuerzas ajenas a ellos, hacia los espacios urbanos. Se tra-                                                         be de una vida milenaria en tierras aragonesas. Toma de conciencia que

         ta siempre de autores que, al venir de un mundo enraizado                                                               permanecerá visible en las siguientes décadas hasta en bastantes de los

         en la naturaleza y sedimentado por una cultura que a todas                                                              temas poético-musicales de cantautores o de grupos musicales (La Ron-
                                                                                                                                 da de Boltaña, por ejemplo. Véase, su canción en el apartado de “Textos
         luces presenta síntomas claros de desaparición (una cultura                                                             Complementarios”, adjuntado al final del presente artículo).

         sabrosamente poblada de narraciones orales, de poso popu-                                                               3  El paisaje y la biografía cuentan. Así, Moncada responde sin titubear

         lar y de tradiciones), toman conciencia de esa problemática                                                             que él forma parte del paisaje-universo de la Mequinenza que recupe-

         y reflexionan (a veces, sin intención testimonial o, si la po-                                                          ra en la novela: “Sí, un rescate de toda la memoria colectiva en la que

         seen, suele ser sutil) acerca de ésta y, también, acerca de sus                                                         está inmersa mi memoria individual” (David Castillo. Entrevista: “Jesús

         diversas secuelas (sociológicas, vitales e, incluso, estéticas).                                                        Moncada, la paradoja del éxito” Leer, 1990, p.90) o “(…) tuve la suerte
                                                                                                                2
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                                                                                                                                 mera magnitud” (M. Sasot. Entrevista. “Las mujeres guardan la memo-

         2  Luis Veres en “Javier Marías, periodismo, literatura y memoria” (Es-                                                 ria colectiva”. Heraldo de Aragón. 27 marzo 1997).

         péculo. 41, 2009) habla, no obstante, de una tradición novelística ante-                                                    Otro tanto hace Llamazares cuando le preguntan acerca del paisaje de
         rior con ésta o parecida temática, semejante a todos ellos. Una tradición                                               su infancia en su obra: “Un escritor no elige los temas, sino que éstos se
         que supone “en muchos casos un trasfondo rural con gran presencia de                                                    le imponen a él de acuerdo con su biografía”. A. Castro. Entrevista (“La

         ciudades de provincias” y en la que, según él, están presentes escritores                                               literatura es como un iceberg que surge del fondo de la memoria”. El

         como Mateo Díez, J. Mª Merino, J. P. Aparicio, Llamazares y el desa-                                                    Día, p.37. 23 abril 1988).
         parecido Avelino Hernández por citar sólo a los autores de procedencia                                                      También José Giménez Corbatón, nacido en los suburbios de Zara-
         leonesa o de su proximidad en el interior peninsular. El listado puede                                                  goza, reconoce esa misma importancia: “Es muy importante para mí

         agrandarse con la inclusión de otros escritores, sean de procedencia ru-                                                escribir de lo que conozco. De niño yo llegué a conocer esa vida rural.





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