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Un libro escrito en tono de thriller, y cuya salida a la calle coin- hechos históricos, en la línea narrativa que tanto se ha jalea-
cide con una situación delicada para los socialistas tras la derro- do en el caso de Javier Cercas.
ta en las elecciones autonómicas y municipales y con la apari- Naturalmente, este juicio no es compartido por todos.
ción del movimiento 15 M (Sigüenza).
Laura Freixas y Rafael Reig no dudan en elogiar precisa-
Cierto sector de la crítica parte de su rechazo a la poética mente lo que condena Gracia. De manera que Freixas des-
narrativa defendida por la autora para juzgar la novela. Así, taca elogiosamente tanto la “calidad” literaria de la obra de
Jordi Gracia valora negativamente Acceso no autorizado pre- Gopegui como el mérito de “tener una rara y valiosa cua-
cisamente por materializar el compromiso político de su au- lidad: la de ejercer, sin miedo, el sentido crítico” (Freixas).
tora: “en los últimos años ha preferido una voz demasiado Por su parte, Rafael Reig escribe una réplica a la crítica de
hipotecada por convicciones ideológicas o posiciones fuer- Jordi Gracia y sentencia: “Echa de menos Gracia el orna-
tes de tipo político que no han ayudado a sus libros a levan- to, solo encuentra una imagen ‘literaria’ y afirma: ‘Yo no
tarse por encima del pasado de la propia Gopegui” (Gracia veo más’. Claro que no, es que no hay más. Es que está es-
“Avatares”). Observamos que la lectura de Acceso no autori- crita desde fuera, sin querer escribir bonito, sino arrimar-
zado por parte de la crítica académica española, en este caso se al toro de lo real”. (Reig). El juicio de Rafael Reig tiene
encarnada en Jordi Gracia, parece, a su vez, “hipotecada” en cuenta la lectura de la novela que atiende a la declara-
por los prejuicios estéticos que desdeñan la denominada “li- da intención del texto: mostrar la posibilidad de organiza-
teratura comprometida”, puesto que la valoración crítica de ción política colectiva integrada por individuos conscientes
la obra de Gopegui que realiza Jordi Gracia tiene muy pre- y comprometidos en ella como un modo de resolver la falsa
sente el contenido político de sus novelas a la hora de restar- dicotomía entre lo público y lo privado —lo individual y lo
le méritos. Pero pretender que se trata de “novela sin aliento colectivo— que sustenta el capitalismo de este siglo. La su-
y sin fe en la literatura misma” porque aspira precisamente peración de esta oposición forma parte del proyecto narra-
a que la literatura tenga una finalidad que trascienda lo es- tivo de Belén Gopegui: ese “plan” que Jorge Carrión perci-
tético, no parece un argumento concluyente para estable- be en su obra narrativa (Valencia) y que Tabarovsky elogia y
cer un juicio crítico. Y, por otra parte, reducir el propósito defiende como “resultado de un programa” fruto de “alguna
de la misma a “denunciar la claudicación pusilánime y des- clase de pensamiento de largo alcance” (Tabarovsky). Todo
ideologizada del socialismo de Zapatero” implica una lectu- ello se evidencia en el estudio del conjunto de su obra na-
ra simplista, más propia de la reseña informativa que de la rrativa, al constatar la coherencia entre la concepción de la
crítica cultural, y que no hace más que resaltar los referen- literatura expuesta por la autora en sus artículos y cómo sus
tes reales de algunos de los personajes de la novela, como si novelas ejemplifican esa poética que ha ido evolucionando
el propósito hubiera sido tan sólo recrear ficticiamente unos a lo largo de su obra.
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013