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beranos e intervenidos (469-495), Joan Garcés contextualiza las élites locales actúan al dictado de directrices internacio-
geopolíticamente, desde una perspectiva histórica, la llama- nales (487-490), ajenas a los deseos de la población que las
da crisis de deuda del sur de Europa. Garcés señala que, en ha elegido. Esta tensión amenaza a largo plazo la estabili-
esta coyuntura, la diversa naturaleza y procedencia de los dad territorial y social del país. Garcés no afirma nada dife-
intereses económicos anglosajones y alemanes que conflu- rente a lo que piensan analistas extranjeros: una breve nota
yen en la forma de deudas sobre el territorio español son, a de 2011, incluida entre los papeles de Wikileaks, proponía
largo plazo, una potencial fuente de conflictos territoriales y una parecida comprensión discursiva y cultural del nacio-
sociales, comenzando por la propia lógica que ya está gene- nalismo español:
rando en las periferias del estado. Garcés relaciona, en una
perspectiva histórica (“el presente ni es prisionero de la his- Eso de ‘España’ constituye una noción extremadamente artifi-
cial. Ese país cuenta con un tipo muy particular de revuelta po-
toria ni la ignora” 470), las demandas de independencia de pular, uno que tiende a degenerar en regionalismo y/o anarquis-
las burguesías catalana y vasca con la posibilidad de un tra- mo. A medida que se disuelve en la crisis del euro el pegamento
to directo con los acreedores internacionales, dirigido a una económico que mantiene unido al país, parece que podemos ir
gestión preferente del pago de la deuda. En su libro, Garcés hacia una repetición de la historia [...]. Esencialmente, Espa-
argumenta que, en la historia moderna, los conflictos civi- ña siempre ha estado unida como nación o bien por el dinero o
bien por el miedo... y ya no le queda dinero (cit. en Bayo, cur-
les de la nación estallan en aquellos periodos y coyunturas siva mía).
en los que los intereses de dos o más potencias hegemónicas
en la península chocan entre sí. Si traigo esta reflexión aquí El consenso y estabilidad de las últimas décadas se ha ge-
es para situar el contexto actual de la crisis española en un nerado, nos dice este pliego, con dinero (voire con deuda)
escenario de decisión política superior desde el que contem- y, en la medida en que su flujo, exterior, ha cesado, el úni-
plar los fantasmas quijotistas que en aquellas semanas con- co recurso histórico que queda para generar consenso es el
juraban la herida narcisista del rescate. orden público. Más que las profecías apocalípticas del ana-
La fantasía de la normalización pendiente (Delgado 2003, lista, me interesa su percepción de que la crisis económica,
2010, Labrador Méndez “Lo que en España no ha habido”) en tanto que crisis de legitimidad, vuelve a poner en pri-
resulta compatible con la lectura de Garcés de la realidad mer plano problemas políticos relacionados con el modelo
política española como una históricamente intervenida y de estado y con la dimensión no representativa de las insti-
atravesada por flujos de intereses extranjeros, que vendrían tuciones democráticas, problemas que se arrastraban desde
a sostener el diseño institucional del estado. En el periodo la transición, como argumenta Garcés (156-227). Y, fun-
actual, donde se juega un rediseño europeo del sur de Eu- damentalmente, me interesa iluminar lo que el analista lla-
ropa, basado en la precarización laboral, la desregulación ma pegamento económico, en relación con lo que Delgado,
económica y el debilitamiento de las instituciones estatales, siguiendo a Jaqueline Rose, llama pegamento social (2010:
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Revist a de alces XXI Número 1 , 2013