En 2019, el gobierno socialista instituyó un Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, presidido por Teresa Ribera. Aunando competencias que en el pasado estaban comprendidas bajo Medio Ambiente, Agricultura y Energía, el nuevo ministerio asocia crisis de reproducción capitalista de ámbitos muy diferentes: el calentamiento global y la consecuente presión sobre las reservas de agua y comida, la salud pública y flujos migratorios; la reducción acelerada de la biodiversidad; el abastecimiento energético; o la despoblación de espacios rurales. La “transición” o los “retos” del nombre del ministerio sugieren la conciencia de un presente insostenible y la urgencia por transformarlo. Sin embargo, el límite ideológico de la política institucionalizada, incluyendo un moderado protocolo de Kioto, es precisamente la actuación contra la causa del problema: la subordinación de la naturaleza a la acumulación capitalista en su fase financiera o global.
En el plano cultural, las respuestas a esta crisis han sido muchas y, a menudo, también contradictorias. Desde la idealización nostálgica de la familia heteronormativa en un idilio rural pre- o para-capitalista perdido, hasta la creación de cooperativas agro-queer y la localización e historización de una resistencia popular rural; desde la revigorización interesada del debate público en torno a la energía nuclear, hasta el decrecimiento; desde los eslóganes del “capitalismo verde” a la recuperación de los nombres del campo en lenguas minorizadas. Yendo más allá de, en el mejor de los casos, los parches del Estado y del mercado, la cultura contemporánea delata la crisis de futuridad ante el colapso ecológico del tardocapitalismo mediante la rearticulación del vínculo entre naturaleza y cultura, movilizando y resignificando conceptos estéticos como los de lo pintoresco, lo sublime o el paisaje.
Nos interesa investigar cómo la producción cultural reciente (arte, literatura, cultura popular) ha servido para tratar cuestiones tan controversiales como la extracción y minería, la agrologística, o la desertificación, particularmente. Proponemos diferentes vías, sin afán de exhaustividad, para explorar las posibilidades y los escollos de las prácticas estéticas contemporáneas de una vida dañada:
-Con narrativas alarmistas y el miedo al colapso, coexiste una mirada deliberadamente fría, distanciada que construye una afectividad opuesta a la que asociamos con el colapso ecológico. Si bien el desafecto no suele pensarse como una categoría afectiva desde la cual precipitar el cambio social ante la emergencia de la crisis climática ¿en qué sentido puede suscitar otra genealogía de la razón que abra a la reflexión crítica acerca de nuestra relación con la naturaleza? Y, teniendo en cuenta que son a menudo mujeres artistas y escritoras las que lideran la articulación de esta otra gramática visual, ¿de qué manera contribuyen a desligar la asociación entre mujer y naturaleza, ofreciendo una perspectiva ecofeminista de la destrucción medio ambiental?
-Una nueva atención a lo rural en el espacio público, incluyendo prensa, pero también intervenciones poéticas, narrativas o estéticas (land art, instalaciones), ¿supone un aferramiento melancólico a espacios condenados al extractivismo y la precarización o una elaboración nueva de la relación entre renta, propiedad, desarrollo y cultura, incluyendo lo que Peter Frase (Four Futures) llama los “espectros gemelos de catástrofe ecológica y la automación”?
-¿Cómo pueden los distintos marcos geográficos posibles (local, regional, nacional, estatal, continental…) revelar nuevas tensiones y desigualdades en la política ecológica contemporánea? Esto incluiría desde debates sobre la gestión hídrica del estado y su infraestructura hasta la producción y circulación global de sobrepoblación relativa, hasta las iniciativas que alertan sobre la despoblación de regiones particulares y su impacto para la sostenibilidad como es la plataforma España Vaciada (2021)
-Un nuevo énfasis en el ser humano como un animal más y el repudio de su autonomía cultural, diferenciada de la naturaleza se ve forzado a coexistir con la habilidad y la responsabilidad específicas (de la especie) en la extracción voraz y la producción masiva de residuos. ¿Cómo negociar especificidad y el parentesco de lo natural y el animal humano desde el humanismo, el antihumanismo y/o el posthumanismo?
-Si, como plantean Nathan K. Hensley y Philip Steer en su introducción a Ecological Forms, “The challenge is not about content but about form, not about accumulating more information but about reframing the methods by which we understand it”, ¿cuáles son las formas que dan cuenta de la transformación espacial y temporal de la catástrofe ecológica incipiente?
Invitamos propuestas para el seminario “Estéticas de lo ecológico: Reflexiones desde una vida dañada” sobre estos temas y otros planteamientos sobre la producción cultural en torno a la naturaleza, el medio ambiente y lo rural.
Organizadorxs:
Katryn Evinson
Carlos Varón González
Para participar en los seminarios necesitas ser socix de ALCESXXI e inscribirte en las V Jornadas de Oviedo.