Óscar Pereira Zazo.
Profesor emérito (Universidad de Nebraska-Lincoln)
«Biografía y currículo: Reflexiones al final del camino»
Admonición de Fernando Broncano: “Deberíamos llevar La muerte de Iván Ilich de Lev Tolstói en el bolsillo siempre, antes de comenzar una trayectoria de vida, a lo largo de ella y al final. Para no confundir la biografía con el currículo.” Hay muchas interpretaciones posibles de estas palabras, así que aclaro cómo las entiendo yo. ‘Currículo’ está en el lugar de la vida académica en sus dimensiones básicas: enseñanza, investigación y administración. ‘Biografía,’ por su parte, también funciona como una sinécdoque. No hablaré, sin embargo, de la vida o de mi vida en general, sino de ciertos útiles conceptuales que he ido asimilando. Este es el tercer punto que quiero resaltar del tweet de Broncano, pues estos útiles o herramientas mentales me han permitido lidiar con el desajuste frecuente entre biografía y currículo.
¿Y qué decir de La muerte de Iván Ilich? De entrada, que el relato de Tolstói se interesa por qué sea una vida que merezca la pena ser vivida. Iván Ilich es un abogado que ha hecho carrera sin mayores contratiempos en la judicatura rusa. Su vida ha sido una vida sin fricciones ni contratiempos, una vida que ha dado de sí lo que se esperaba de ella. Pero cuando todo parecía ir razonablemente bien, la cercanía de la muerte lleva al protagonista a preguntarse si vivió como debía haber vivido y, en definitiva, a concluir que toda su vida había sido un grave error. Iván Ilich descubre así la importancia del autoanálisis. Un final nada placentero, ya que toma conciencia de que ha malgastado su vida cuando ya no le queda tiempo para reconducirla. La moraleja resulta previsible: el autoanálisis debe acompañar cualquier trayectoria de vida desde su mismo comienzo.
Mi presentación examinará, pues, algunos útiles mentales que, según mi experiencia, facilitan el autoanálisis en un contexto académico caracterizado por la llamada crisis de las humanidades — fenómeno que es en realidad un síntoma más de una policrisis de gran envergadura. Por último, no creo descubrir nada si añado que, para aquellos que nos dedicamos a historiar la cultura humana, el autoanálisis transciende su mera función terapéutica, ya que es, al mismo tiempo, objeto y método de investigación. Fijémonos, si no, en útiles imprescindibles como la concepción del mundo o el poder subjetivo que tendremos oportunidad de explorar en clave biográfica a lo largo de la presentación.