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del capitalismo (110). Efectivamente, Amago escoge unos neoliberal es configurado a partir de un modelo en el que el
cuantos ejemplos que exponen los llamados espacios cha- individuo no “debe cuidar de nadie” y que se “preserva” por
tarra (junkspace) o espacios zombi que se caracterizan por la “gratuidad del trabajo reproductivo” (119). En su análisis
construcciones de cemento, a veces sin acabar, en su gran de la obra de Izquierda, Albarrán Caselles remarca cómo las
mayoría abandonados, en medio de campos salvajes, don- mujeres del extrarradio de Sevilla empiezan a trabajar des-
de las personas están ausentes. Estos espacios no conectan de una edad muy temprana —“niñas que limpian casas o
sino que contienen a las personas (104) y muestran las con- trabajan en bares” — con el acuerdo tácito de sus familias,
secuencias espaciales de medidas económicas que hicieron empleadores y clientes. Es más, se trata de madres “adoles-
posible su construcción. Igual que unas cicatrices, las cons- centes”, separadas de la ciudad por espacios delimitantes —
trucciones abandonadas muestran la violencia del urbanis- la “autovía”, el “parque” — y que repiten la trayectoria fa-
mo sin frenar y de la especulación financiera. miliar, teniendo hijos también muy temprano en sus vidas
El último trabajo de la segunda parte del libro interroga (125). Estas mujeres, conocidas como “chabolistas de etnia
el falso dilema de trabajar o cuidar según Diario de campo gitana” tienen problemas, necesidades y reclamos distintos
(2013) obra en la que la escritora Rosario Izquierda reflexio- de las mujeres de clases medias urbanas, en las que se en-
na sobre su experiencia materna, a la vez que, reincorporada focan la mayoría de los estudios sobre los cuidados (126).
al mundo laboral como socióloga, presenta las entrevistas Dado que su única forma de resistencia es paradójicamen-
a mujeres —madres— marginadas. La autora del trabajo, te, parir —para contrarrestar el deseo de “los payos” de “ex-
Olga Albarrán Caselles realiza una sugerente investigación tinguirlos” (126) — estas mujeres y madres se quedan atra-
de la experiencia materna mediada por factores como espa- padas en una invisibilidad brutal del sistema, quizás, según
cio, clase y etnia, ampliando así el debate de los cuidados en indica Albarrán Caselles, porque su modo de vida y existen-
el sistema capitalista neoliberal. Mediante la “narración hí- cia contradice por completo la “fantasía neoliberal de hiper-
brida” (diario, novela autobiográfica, confesión, análisis so- individualismo” (127). Dando eco a los trabajos de Mari-
ciológico) de Izquierda, Albarrán Caselles explora las fron- na Bettaglio (2015), Albarrán Caselles reclama una nueva
teras entre niveles narrativos y su correspondencia con la “ética del cuidado” sin la división entre centro y periferia, lo
“porosidad” entre la ficción y la realidad de la maternidad que perpetúa la injusticia y la desigualdad.
y sus requisitos (116). Además, el enfoque de Albarrán Ca- La tercera y última parte del libro se titula “(Re)creando
selles en las maternidades “subalternas” pone de relieve pre- el espacio urbano: Movimientos” y se abre con un artículo
cisamente la “fantasía” que se crea en torno a las madres que analiza el trabajo arquitectónico y escrito de Oriol Bo-
que ocupan una zona periférica marcada por una profunda higas en Barcelona: “Oriol Bohigas: Líneas rectas, cultura
injusticia (117). Albarrán Caselles remarca que el sistema y diseño como formas de exclusión social”, de Anna Casas
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Revist a de al ce s XXI Número 7 , 2025

